Sebastián de Miñano y Bedoya, escritor, periodista, geógrafo y político, nació en Becerril de Campos (Palencia) en 1779 en el seno de una familia hidalga de orígenes navarros. Estudió leyes en la universidad de Salamanca encaminando su formación al mundo del derecho en el que habían ejercido también su padre y abuelo.
Sin dar muchos detalles sobre su
vida por no ser objeto de este artículo, podemos definirla como la de uno de
los muchos intelectuales de su época a caballo entre dos mundos. Acusados de
afrancesados, liberales, protestantes o masones; las idas y venidas al exilio
son una constante en muchos de estos individuos al vaivén de los cambios
políticos.
Un mundo que se debatía entre el
Antiguo Régimen, que si bien había caído abruptamente en Francia, en España
todavía se resistía a ceder el testigo a los nuevos grupos sociales que
reclamaban cambios en los ámbitos sociales, religiosos, políticos,
económicos o culturales. En el lado contrario se encontraba el liberalismo que, con la
mirada puesta en Francia y su revolución burguesa, ansiaba esos cambios para España.
Muchos de estos liberales aprovecharon la ocasión presentada por la ocupación
francesa y la proclamación de José I Bonaparte como nuevo rey para arrancar su nuevo proyecto de país, serán conocidos como afrancesados, entre los cuales
estará Sebastián Miñano. La ocupación por las tropas napoleónicas le coge en Sevilla junto con su
padre Andrés, y aunque en un primer momento se une a la causa nacional, no
tardará en colaborar con los invasores. Esta colaboración le conducirá al exilio
en Francia tras la derrota de las tropas napoleónicas.
De regreso a España en 1816,
inicia su carrera como escritor con varias obras y colaboraciones en
publicaciones del momento destacándose durante el denominado Trienio Liberal
(1820-23). La invasión de un nuevo ejército francés, esta vez de signo opuesto
al de 1807, restablecía el absolutismo de Fernando VII y mandaba de nuevo a
Sebastián Miñano al exilio francés. Al año siguiente logra permiso para
regresar a España prosiguiendo su labor como escritor y adentrándose en la de
geógrafo. Desengañado con ciertos sectores liberales, pasó a colaborar con el régimen absolutista durante esos años, especialmente
en las relaciones diplomáticas con Francia, obteniendo dos de las mayores
distinciones de ambos países, la Legión de Honor francesa y la Orden de Carlos
III española. Esta última colaboración le acarreará el exilio definitivo con el
triunfo del liberalismo a la muerte de Fernando VII. Sebastián Miñano
fallecería en Bayona en febrero de 1846.
En 1826 comienza la publicación
de la gran obra por la que es más conocido, el Diccionario geográfico y estadístico de España y Portugal. Serán 11
volúmenes que incluyen todas los territorios, provincias y municipios ordenados
alfabéticamente y publicados durante tres años que le valdrán un asiento en la
Real Academia de la Historia y la dirección del gabinete geográfico de la
Secretaría de Estado.
![]() |
Tomo IX (Madrid, 1828) |
Así en el Tomo VII entre las
páginas 321 y 324 se describe ampliamente La Rioja, no como la provincia que acababa
de perder tal condición en 1823 tras una fugaz existencia de apenas un año,
sino como espacio geográfico con unos límites naturales perfectamente reconocibles
que se definen con exhaustividad. A continuación se describen los siete ríos afluentes
del Ebro que vertebran el territorio con sus respectivos valles siguiendo una
orientación aproximada Sur-Norte. Se dice de La Rioja que: “es país ameno y delicioso, abundante de toda clase de frutos, sin
necesidad de que lleven ningunos de fuera, más antes surte a los pueblos
inmediatos, singulamente a las provincias vascongadas…Produce muchos granos y
vino; poco, pero exquisito aceite; mucho ganado lanar fino; caza y pesca de los
ríos Ebro, Neila, Tirón, Oja, Iregua y otros de menos consideracíon. Su
industria consiste en fábricas de aguardiente,
paños finos y ordinarios, lienzos de lino y cáñamo, curtidos y loza….Su
población excede de 220.000 habitantes…comprenden 430 pueblos en una superficie
de 270 leguas cuadradas.
Y define a los riojanos como “robustos y laboriosos, muy dedicados a la
agricultura, particularmente a la labranza de las viñas, y muy adictos al
servicio de las armas, tanto los nobles como los plebeyos; y las mujeres
airosas, llenas de gracia, y muy hacendosas en sus respectivos ministerios”.
Entre las páginas 27 y 28 del
Tomo IX podemos encontrar la entrada correspondiente a Torrecilla tal y como
sigue, en la que hemos adaptado la ortografía, puntuación y abreviaturas para facilitar
la lectura.
TORRECILLA DE
CAMEROS, V(illa).R. de España, provincia de Soria, partido de Logroño, obispado
de Calahorra, ayuntamiento municipal. 431 vecinos, 1782 habitantes, 3 parroquias
unidas. A la principal de tres naves la adorna su elevada torre de bella
arquitectura. Un convento de San Francisco, un santuario de Nuestra Señora de
Tómalos a distancia de un cuarto de legua. Varias ermitas, un hospicio para
pobres, un lavadero de lanas con esquileo, prados y demás oficinas necesarias,
dos posadas y muy buenas casas, administración subalterna de correos y loterías.
Hay mercado en todos los lunes. Su situación, en la falda, al Sur del monte y
puerto llamado del Serradero. Divide la población en dos barrios el río Iregua
con puente de Norte a Sur, de un ojo extraordinario por su magnitud. Está el
pueblo circundado de montañas muy extrañas y elevadas, formando una vista
sumamente agradable. Tiene montes muy frondosos y abundantes de pastos para todo
género de ganado, con caza mayor y menor. Confina por el Este con Viguera, por
el Oeste con Nieva, por el Norte con Nestares, y por el Sur con Almarza. Disfruta
de clima muy sano. Sus productos naturales son robles, hayas, encinas,
avellanos y otros arbustos. Jazmines en abundancia, fresas en los montes tan
exquisitas como las de los jardines. Infinidad de hierbas medicinales, entre
ellas la salvia. Toda especie de frutas muy sabrosas, con la particularidad que
hay trece clases de ciruelas. Ensaladas y legumbres, plantío de nogales,
grandes choperas en las márgenes del río. Se siembra todo género de granos, aun
en lo más elevado de los cerros; pero su cosecha no es suficiente para mantener
los habitantes.
Industria: el genio
de estos es inclinado al comercio y muchos se hallan establecidos en la Corte y
grandes poblaciones de la Península. En tiempos atrás había varias cabañas y
sólo ha quedado ya una casa con merinas. La industria se fomenta cada día más
en la fábrica de paños. En tres años, poco más, se han establecido cinco máquinas
para su elaboración en las que se emplean bastantes artesanos del pueblo y tres
molinos harineros. Es muy abundante en aguas naturales, de las mejores que se
conocen en España. Hay cuatro fuentes públicas dentro de la población, y a sus
inmediaciones se encuentran más de ciento. Con el agua de una de ellas,
conocida con el nombre de Río de San Pedro, andan dos de dichas máquinas y seis
batanes. Además hay una llamada Rivalosbaños que sus aguas son termales, y es
hijuela de los baños de Arnedillo y Fitero. Sus aguas se beben y causan muy
buenos efectos en varias enfermedades de estómago, y en particular, en el mal
de orina. El río Iregua, que abunda en sabrosas truchas, anguilas y otros
peces, nace al pié de la sierra de Cebollera y
puerto de Piqueras. Pasa por las villas de Villoslada, Lumbreras,
Villanueva, Pradillo, Torrecilla, Viguera, Nalda, Albelda, entrándose en el
Ebro a media legua de la ciudad de Logroño. Este hermoso y cristalino río,
después de hacer andar en la sierra varias máquinas de cardar e hilar lana,
muchos batanes y molinos, riega los campos de eta parte de Rioja llevando sus
aguas por Islallana y entrena hasta Navarretee y Fuenamyor.
De la cabeza de
partido dista 5 leguas, 11 de la capital y 44 de Madrid. En esta serranía de
Cameros hay minas de oro y plata según noticias de la antigüedad y el examen
que en el día hacen algunos curiosos y aficionados; pero faltan los
verdaderamente inteligentes. Lo cierto es que alguna de estas sierras, y en
particular las cañadas que suben a Serradero, tienen mucha semejanza con las
famosas de Guanajuato (real de minas y ciudad en el reino de Méjico), donde se
halla la llamada Valenciana, la más rica y poderosa que se ha conocido en todas
las Américas.
Entre las cosas
notables y extraordinarias de esta villa, debe hacerse memoria de una cueva
llamada Lúbriga, por las preciosas petrificaciones que se encuentran en ella.
Se halla en el centro de una montaña que tendrá una legua de circunferencia. Su
entrada, que dista del pueblo un cuarto de legua poco más, la tiene a una falda
de aquella. Al principio sólo se ven las grandes concavidades, ya anchas, ya
altas que la naturaleza ha formado. A la mitad del camino se empiezan a ver las
citadas petrificaciones formadas por las gotas de agua que destilan aquellas
bóvedas subterráneas. Conforme se va internando en lo hasta aquí descubierto,
se admiran la inmensa variedad de figuras y colores. Allí se ven columnas de
todos tamaños y especies, doseles, colgaduras, cielos hermosos, templos bien
formados, otros destruidos, fuentes con tazas y caños, figuras de imágenes de
hombres, de frutas, de animales, etc. En el centro se encuentra una fuente
cristalina que siempre conserva la misma cantidad de agua. A su lado está la
mina que da el Bol en abundancia, tan bueno como el de Armenia, y aun mejor
según algunos inteligentes. Se ven varias columnas al aire sostenidas sólo por
el pie. Tienen muchas y vistosas labores, así como otras infinitas piezas
habiéndose sacado bastantes que han sido conducidas a Cádiz y a Inglaterra. Aun
todavía se podrían descubrir otros departamentos, pues se observan en las
extremidades de las bóvedas boquerones y entradas. Toda la pintura que se haga
es poca en comparación de lo que tiene que admirar el que entre en ella, pues seguramente
es digna esta preciosa cueva de que fuese vista y registrada por un sabio naturalista
para que, imitando al autor de la obra titulada “Encantos de la naturaleza”,
hiciese una descripción tal cual se merece. Tiene de larga como mil pasos, y es
su longitud de Este a Oeste.
Desde Lumbreras a
este pueblo hay 5 horas y tres cuartos de marcha militar, en cuyo intermedio se
encuentran Villanueva de Cameros y Pradillo. Es patria de don Antonio Azpeitia
Sáenz de Santa María, fue electo obispo de Lugo en 19 de diciembre de 1814, y
trasladado a la santa iglesia de Cartagena en marzo de 182. Contribuye con
21.724 reales y 33 maravedís.
No hay comentarios:
Publicar un comentario