Un repaso a la historia, vida y tradiciones de nuestros antepasados.

jueves, 15 de diciembre de 2022

Cuatro historias de lotería en Torrecilla en Cameros (I)

¡Nos gusta jugar!

Nos gusta jugar. Desde que vivimos en sociedad al ser humano le ha gustado jugar. Por diversión, en espera de una gratificación o por simple sensación de superioridad con el rival vencido, nos justa jugar. No sabemos que hacían nuestros antepasados al abrigo de las cuevas en su escaso tiempo libre más allá de la caza y recolección diaria. Seguro que competirían a ver quién arrojaba más lejos su lanza o quién levantaba aquella pesada piedra que se cruzaba en su camino.

Desde que comenzó la Historia de la mano de la escritura, sumerios, egipcios, griegos y otros muchos pueblos dejaron constancia de diversos tipos de juegos en sus textos y restos arqueológicos, pero sin lugar a dudas los verdaderos amantes del juego fueron los romanos. Apostadores empedernidos ya sea con los dados o en las carreras del circo, a ellos les debemos la palabra ludus, que además de escuela o aprendizaje era sinónimo de entretenimiento, juego o diversión. De ella proceden términos como lúdico, ludoteca o ludópata, término actual este último que se les podría aplicar perfectamente a la civilización romana. Como decían los Monty Python, -aparte del alcantarillado, el acueducto, las carreteras, la irrigación, los baños o el vino, ¿Qué nos han dado los romanos?-, pues eso, la pasión por el juego y la apuesta y como dice el título del libro de Paco Álvarez, “Somos Romanos”.

Dados de época romana
Esa pasión por la apuesta y el juego heredada de aquellos hispano-romanos permaneció en la cultura popular a lo largo de los siglos, transformándose en apuestas sobre cualquier materia y principalmente en toda una pléyade de juegos de naipes o cartas.

Sin entrar en datos, estadísticas o en los problemas socio-económicos de los modernos juegos de azar, España es un país en el que se apuesta y juega mucho. Entre aquel que participa en el ritual de la Lotería de Navidad más por compromiso que por convicción, hasta aquel otro que cuenta la leyenda urbana perdió el caserío apostando en el frontón del pueblo, hay todo un mundo de posibilidades al que cada uno de nosotros hemos sido tentados más de una vez.

Orígenes de la lotería en España

En la España de mediados del XVIII se jugaba y apostaba siendo los naipes el juego estrella. La variedad de juegos era inimaginable y se desarrollaba principalmente en tabernas y lugares de ocio de mala reputación bajo la recompensa de un premio económico para el ganador de la apuesta correspondiente.

Este tipo de juego de naipes y el ambiente que le rodeaba nunca había sido bien visto por las autoridades eclesiásticas. Del mismo modo la monarquía la toleraba a sabiendas que servía de vía de escape popular y amortiguador de posibles reclamaciones sociales.

En 1759 llegaba Carlos III como rey de España tras el fallecimiento de su hermanastro Fernando VI. El nuevo rey y su séquito de ministros italianos traían el exitoso programa de gobierno que llevaba desarrollando como rey en Nápoles y Sicilia desde hacía un cuarto de siglo. Una de esas medidas que pretendía implantar era el control de los juegos de azar, prohibiendo…

“…que las personas estantes en estos reinos, de cualquier calidad y condición que sean, jueguen, tengan o permitan en sus casas los juegos de banca o faraón, baceta, carteta, banca fallida, sacanete, parar, treinta y cuarenta, cacho, flor, quince, treinta y una envidada, ni otros cualesquiera de naipes que sean de suerte y azar".

Pero no pensemos en un objetivo bondadoso de sacar a la gente ociosa del vicio de los juegos de naipes y llevarlos por el buen camino, más bien el objetivo era dar exclusividad a la lotto, el nuevo juego de azar que el monarca traía de sus reinos en Italia donde se venía practicando desde mediados del siglo XVII.

Por Decreto de 30 de Septiembre de 1763 se establecía que:

“se ha servido S. M. resolver que a imitación de la Corte de Roma y otras, se establezca en esta Villa, a beneficio de los Hospitales, Hospicios y otras Obras Pías, una Lotería o Beneficiata, cuya primera extracción o sorteo se ejecutará el día 10 de diciembre próximo bajo las seguridades, método y reglas explicadas en el libro que se ha impreso y hallará en la Casa-Dirección sita por ahora en la calle de Santa María, cerca de los Capuchinos de la Paciencia, y en los puestos que esta ha señalado, y según se manifiesta en las listas, que queda dispuesto se distribuyan gratis al público.”

Obviamente no consiguió su primer objetivo de erradicar la competencia de los naipes, si bien el segundo lo logró ampliamente como lo demuestra su evolución hasta nuestros días.

Esta lotería proporcionaba una fuente de ingresos voluntarios que se disfrazaba de cierto espíritu de beneficencia en la inversión de lo recaudado en hospitales y hospicios a diferencia de los impopulares impuestos obligatorios de recaudación directa. Muestra de su fin recaudatorio es el control total estatal que desde 1774 impedía jugar a cualquier tipo de lotería extranjera.

El funcionamiento de esta primera Real Lotería se asemeja mucho a la que hoy conocemos como Lotería Primitiva y es que de ella deriva hoy su nombre tras la creación en 1812 de la denominada Lotería Moderna o Nacional. Se debía elegir entre 90 números de los que se sacaban 5. La novedad del juego y su complejidad de apuestas hizo redactar un manual con las instrucciones del juego tal y como indica el decreto de la creación de 30 de septiembre.

Libro editado con las instrucciones de la Real Loteria (1763)

Pero, ¿qué sucedió en 1812 para que esa Real Lotería pasase a denominarse como Primitiva en contraposición de la que vendría a denominarse como Lotería Moderna, más tarde Nacional?

La Lotería Moderna nace en 1812 en las Cortes de Cádiz. En el contexto de un país invadido en su totalidad salvo la ciudad de Cádiz, se aprueban las bases de una nueva lotería en base a la emisión de billetes o números divididos en quartos que permitían recaudar fondos urgentes para la defensa de la ciudad. El primer sorteo se celebró el 4 de marzo, quince días antes de ser proclamada la primera Constitución.

El 6 de diciembre las Cortes autorizan al gobierno regente a hacer extensivo “a donde crea más útil y ventajoso al erario el establecimiento de la lotería nacional”. El 18 de diciembre se celebró también en Cádiz el duodécimo sorteo, el que podemos considerar el primero oficiosamente “de Navidad”.

Conforme la guerra iba avanzando y ganando terreno al invasor, se siguieron celebrando los sorteos y se extendió la participación a distintas regiones de Andalucía.

Quarto de Billete del primer "sorteo de Navidad" (1812)

El 14 de agosto de 1813 publicaba la Gazeta de Madrid el texto con el que arrancaba a escala nacional la lotería que había nacido el año anterior en Cádiz, con el mismo espíritu que todas las loterías, recaudar fondos para el Estado, un Estado que en ese momento estaba inmerso en una cruenta guerra.

“Las Cortes generales y extraordinarias de la nación enteradas del proyecto que les fue presentado de una lotería nominada nacional… …se sirvieron autorizar a la Regencia del reino para que lo llevase a efecto del modo más útil y conveniente. En consecuencia S. A. considerando que este puede ser un medio de aumentar los ingresos del erario público sin quebranto de los contribuyentes, y atendiendo a que los fondos que se versen en este juego sean manejados con fidelidad, sin agravio ni perjuicio del público interesado se sirvió aprobar el plan con las reglas oportunas, y nombró dos jueces conservadores del establecimiento, contador y demás dependientes necesarios para el buen servicio de, habiéndose establecido dicha lotería y celebrado el primer sorteo en Cádiz el día 4 de marzo del año pasado de 1812.

Para que el pueblo de Madrid se imponga del sistema de esta lotería, y pueda interesarse en ella, he dispuesto se publique la siguiente instrucción que se formó para este efecto…”

El decreto fundacional nos permite comprobar cuan cerca estaba este sorteo de los que se realizan actualmente. No hay un único premio, sino que se establecían 837 premios y seis aproximaciones que “…se aumentarán progresivamente según el interés que el público tome en este sorteo”. Cada número o billete debía ser impreso y se dividiría a conveniencia en fracciones en “enteros, medios y quartos” para facilitar su venta “…por cuyo medio puede lograr premio sin exponer crecida cantidad”. Cada billete “…explicará no solo el día, mes, año y número del sorteo a que pertenece, si es entero, medio o quarto, sino es también su valor.”

El primer sorteo había de celebrarse el 3 de septiembre con 25.000 números de 2 pesos fuertes o duros (40 reales). En total lo recaudado ascendía a 50.000 pesos de los cuales la Hacienda Pública se había de quedar con un 25%.

Aunque todavía no se había introducido el reintegro del primer premio, que llegaría más tarde, los 37.500 pesos en premios se repartían de la siguiente manera:

Es curioso comprobar como todo el protocolo y ritual con el que contemplamos el sorteo actual tiene sus orígenes en este momento de la historia. Nos dice este Decreto que:

“El día anterior a la celebración del sorteo, a presencia de uno de los señores jueces conservadores, de un señor regidor del ayuntamiento (Madrid), del contador, oficiales y secretario, se contará una baraja de células, que para el intento se tendrá impresa desde el número 1 al 25.000, igual a la numeración de billetes sobre el fondo con que se celebra el sorteo, las que enrolladas y pegadas las orillas de fuera a presencia de dichos señores, se introducirán en un globo o cilindro de bastante capacidad para que con amplitud puedan barajarse, quedando ciertos de que positivamente existen incluidas todas las cédulas de los números de los billetes del sorteo.

En otro pequeño globo o cilindro se introducirán por el secretario las cédulas de premios, cotejadas con el aviso del público, y ambas máquinas quedarán cerradas, poniendo las llaves en una arquita pequeña de tres cerraduras, y dando las de esta una al señor juez conservador, otra al señor regidor, quedándose con la tercera el secretario para prevenir toda sospecha de parte del público, con lo que todos vivirás satisfechos de la legalidad y pureza con que se han de ejecutar los sorteos, y no tendrán duda de que cuantos billetes comprehenden los números de que se compone el fondo de cada sorteo, entran al juego a buscar la suerte entre los premios que a proporción del fondo se señalan en la fórmula del aviso.”

El sorteo había de comenzar a las 9 de la mañana del día señalado en el billete ante la presencia de las autoridades señaladas para “…tomar razón respectivamente de los números y premios que vaya dando la suerte. El celo e integridad del tribunal no darán ocasión a que nadie pueda dudar de la escrupulosidad y pureza con que se celebra el sorteo.”

En cuanto al desarrollo del acto propio del sorteo mucho nos recuerda a nuestros tiempos:

“Sobre la mesa del tribunal estará la arquita en que se custodian las llaves de los dos cilindros, estando a la derecha la máquina grande de números, y a la izquierda la pequeña de premios, a las que a presencia del público se darán varias vueltas para que las cédulas se mezclen y barajen bien, lo que se repetirá a cada diez números abriéndose la puerta de la máquina por el secretario, se dará principio al sorteo, desenrollándose los números y premios que van saliendo de la máquina, se manifestarán al público y a los oficiales que han de tomar razón, y hacer los correspondientes asientos; se publicará el número del billete y valor del premio por dos jóvenes en alta voz por tres veces, procediendo con toda la solemnidad y cuidado que la confianza del público espectador exige, con tal notoriedad, que excluya hasta la más leve sospecha; y las cédulas después se colocarán en tableros poniendo el número a la derecha y el premio enfrente, para que todos puedan enterarse de los números premiados y el orden con que han salido, permaneciendo así hasta el sorteo siguiente.”

El enano afortunado o El fanático de la Lotería
Personaje ficticio de finales del siglo XVIII creado para promocionar la Real Lotería de Carlos III y que algunos consideran el origen de la popular expresión "tocar el Gordo"

Poco a poco esta nueva Lotería Nacional ganó el favor popular frente a la anterior Real Lotería que ya empezaba a ser denominaba como Lotería Primitiva. Sin embargo durante la vuelta del absolutismo de Fernando VII (1823-1833) y en ciertos periodos de gobiernos conservadores durante el reinado de su hija Isabel II, se le denominaría como Lotería Moderna, en contraposición a la Primitiva evitando el término Nacional identificado políticamente con las ideas liberales y progresistas.

En estos primeros sorteos la venta se circunscribía en exclusiva a Madrid aunque existía la posibilidad para foráneos de reservar billetes o acudir a la reventa. Ante la buena respuesta del público no tardará la Hacienda Real en tener que ampliar el número de participaciones creando décimos y vigésimos de número y extender su venta a otros puntos del territorio nacional.

¿...y en Torrecilla?

Como monopolio estatal que era correspondía a éste la distribución y autorización de venta en las denominadas Administraciones de Loterías. Ya el Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal de Sebastián Miaño editado en 1828 se dice que en Torrecilla hay “…administración subalterna de correos y loterías”. Lo mismo se repite años más tarde en el Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España de 1849 de Pascual Modoz en el que Torrecilla contaba con “…administración subalterna de rentas, correos y loterías”. Es además el único municipio de Cameros con tal facultad, cosa que en 1849 cabría esperar por su condición de cabeza de Partido Judicial, pero que en 1828 sorprende y denota la rapidez con que la fiebre de la lotería había llegado a cada rincón de España.

Podemos ver el ejemplo de la toma de posesión por Francisco Laguna como Administrador de Loterías en Torrecilla en 1858. Dicho individuo se presenta el 15 de noviembre ante el Ayuntamiento exhibiendo el Título expedido por el Gobernador de la Provincia dando oficialidad al nombramiento que el 18 de mayo la Dirección General de Loterías le había conferido para ejercer en la administración nº 2.467 de Torrecilla.

Reunido el Ayuntamiento se procede a redactar un Acta de toma de posesión de la Administración de Lotería en la que se dice que:

 “…se personó en el local oficina de la renta, y estando presente el referido Dn Francisco Laguna de esta vecindad, le dio la posesión real y corporal del mencionado destino y en prueba de ello se hizo entrega del título que acredita su nombramiento y los demás documentos que corresponden a esta administración para su desempeño, cuya posesión tomo quieta y pacíficamente, de cuyo acto mandó el Sr. Alcalde formar esta diligencia…”

Con todos estos nombramientos, títulos y tomas de posesión, no nos equivocaríamos mucho si asimilásemos a estas personas a lo que hoy entendemos por un funcionario público. Aunque quizás hoy en día hemos perdido esa perspectiva cuando acudimos a una administración de lotería a comprar un décimo y lo vemos como un establecimiento comercial más, no debemos olvidar que el lotero no sólo vende una participación en un sorteo, está recaudando un dinero para el Ministerio de Hacienda. Hoy en día esa función es perfectamente controlable por el Estado a distancia y se puede externalizar en concesiones de Administraciones, pero pensemos hace dos siglos cuando los billetes impresos en Madrid habían de viajar por caminos de herradura durante días o semanas para llegar a cualquier punto de España. Luego el dinero de su venta había de ser nuevamente remitido a la Hacienda Real por los mismos cauces. Así que el encargado de todo este proceso, el responsable de la Administración de Lotería, debía ser una persona con las capacidades y condiciones adecuadas, ser una extensión de la Administración del Estado en ese punto de venta, de ahí la denominación de estos puntos de venta como Administraciones de Lotería.

A buen seguro en varios momentos durante estos casi 260 años de sorteos algún habitante de Torrecilla habrá experimentado a título personal la alegría por ser el afortunado en uno de los múltiples tipos de lotería que surgieron desde aquel lejano 1763. Próximamente traemos aquí una segunda entrega con cuatro pequeñas historias que relacionan a Torrecilla en Cameros con la lotería, casualidades o no, las cuatro lo son con el sorteo extraordinario de Navidad.

Segunda parte...

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