Tenemos aquí la sexta y última entrega con la que se culmina el capítulo introductorio que pretende mostrar el punto de arranque de la industria del mueble en Torrecilla en Cameros.
Hasta el momento han sido cinco capítulos más o menos extensos en los que se ha pretendido hacer llegar las motivaciones que nos han llevado a realizar esta tarea (I); una breve introducción de la primitiva industria torrecillana (II); las dos bases sin los cuales no hubiese sido posible cimentar el nacimiento de esta industria (III y IV) y por último, un amplio repaso a la vida de Torrecilla en 1917, año en el cual arranca definitivamente esta historia (V).
Terminamos esta primera serie de artículos viendo como todos los anteriores convergen en ese año de 1917, esperando que lo antes posible podamos sumergirnos en la narración de la ya en funcionamiento industria de la madera y el mueble en Torrecilla.
Como siempre, para el que desee una lectura completa, el siguiente índice enlaza con los distintos artículos.
En la anterior entrada de esta serie de artículos habíamos dado un repaso exhaustivo a Torrecilla en Cameros y sus gentes en 1917, año fundamental que podemos considerar el punto de partida de la industria de la madera y el mueble en la localidad. Previamente vamos a dar unas notas adicionales a la sociedad de Torrecilla en esos años.
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Vista de Torrecilla en Cameros: Anuario de la Provincia de Logroño, 1915. |
Habíamos visto que casi la mitad de la población se dedicaba a la agricultura como jornaleros o braceros con malas, escasas o nulas propiedades. Esa casi mitad de población escondía una cruda realidad, la abismal desigualdad económica existente entre una mayoría de población empobrecida y una minoría privilegiada, lo que se traducía en una gran desigualdad social.
No dejaba de ser una circunstancia similar a la que se daba en cualquier localidad de su entorno, reminiscencia de épocas pasadas. Sólo las poblaciones importantes del valle del Ebro, con una incipiente industria, habían atenuado esta diferencia de clases sociales presente desde hacía siglos, gracias al acceso a salarios regulares proporcionados por las nuevas fábricas y comercios creando así una nueva y numerosa clase media. Esta naciente industrialización, que había sido un motor más del despoblamiento progresivo de la serranía riojana, en Torrecilla encontrará un freno con sus fábricas de muebles.
Un ejemplo ilustrativo de la desigualdad económica y social entre los habitantes de Torrecilla en 1917 la tenemos en el contraste que nos proporcionan las dos fuentes siguientes. Como es tónica habitual, el diario La Rioja solía hacerse eco de las que podemos denominar, noticias de sociedad de Torrecilla. Sirva de ejemplo la crónica del 14 de agosto en la que como es habitual no faltan los epítetos de costumbre: virtuosa señora, personas de más viso, distinguida o bondadosa esposa, simpático joven y otros muchos calificativos siempre referentes a distinguidas personalidades de la sociedad torrecillana. Remata la noticia el diario con la narración de una excursión a Cueva Lóbrega en la que no faltaron, "varias fotografías... y suculenta merienda, en la que descorcharon varias botellas de champan”. De igual modo, en fechas dispares, abundan las noticias de celebraciones diversas: bautismos, bodas, cumpleaños, banquetes diversos, obras teatrales, o bailes benefico-sociales; repitiéndose en todos ellos como protagonistas los apellidos de las mismas familias.
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La Rioja, 14 de agosto de 1917 |
Estas crónicas de sociedad contrastan con la documentación municipal relativa a la beneficencia local por esos años. Como era tónica habitual, a comienzos de 1917 se inicia una suscripción popular a iniciativa del Ayuntamiento para socorro de braceros y pobres de solemnidad durante el invierno. Parece ser un tema recurrente ya que la suscripción se inicia con el sobrante de la efectuada el año anterior en poder del alcalde con 24,75 pesetas y proseguirá igualmente con otra a comienzos de 1918. El Ayuntamiento aporta de salida 100 pesetas complementadas con las de otros 27 donantes más cuyas aportaciones oscilan entre 1 peseta, y la habitual generosidad de los emigrantes que no faltan a estas cuestaciones benéficas con importantes sumas como los hermanos Daniel y Ángel Sáenz-Diez de Vigo o Ricardo García, desde Madrid. El total de lo recaudado este año que nos ocupa asciende a 712,25 pesetas.
Se lleva contabilidad exhaustiva de la inversión a la que se van a destinar esos fondos. Por un lado constan 93 braceros o jornaleros, entiéndase casi familias ya que son exclusivamente varones, a los que se pone nombre y apellidos, que se benefician de este socorro municipal. Así los días 9 y 11 de febrero y 27 de marzo se reparten raciones de pan a todos ellos. Igualmente se emplean en diversos trabajos municipales con jornal a cargo de este fondo de socorro. Suponemos que los jornales diarios se pagan en función de las necesidades particulares de cada uno, oscilando entre ninguno y 8 días, siendo lo más abundante dos días. En todos ellos los salarios son a razón de 1,75 pesetas/día de trabajo efectuado en diversos asuntos municipales: plantar y/o arrancar tilos y chopos en diversos sitios y sus cuidados sobre todo en la zona del Lavadero, colocar estacas o regarlos, retirar escombros acumulados, alquiler de yuntas y caballerías para esos trabajos, figuran muchos sueldos empedrando calles, incluso se revoca el puente que cuesta entre salarios y material 65 pesetas. Todos estos trabajos se desarrollan en la primera parte del año hasta agosto.
Continúa el desglose de la suscripción con otra lista de 58 personas, 49 de ellas mujeres, definidas como pobres de solemnidad, que reciben medias raciones de pan esos tres días indicados. Esta circunstancia nos puede hacer pensar en su posible viudedad de las beneficiarias o ausencia de esposo por cualquier motivo. Cuando se liquide la cuenta de 1917 se han empleado la práctica totalidad de los ingresos obtenidos de la suscripción, dejando sólo un remanente de 4 pesetas con la que se inicia la suscripción a comienzos de 1918 en la que recaudan 894,50 pesetas.
Veremos en este estudio como la industria de muebles que nos ocupa ejercerá como ese motor económico que fije población y haga desaparecer progresivamente estas desigualdades económicas y las sociales que consecuentemente iban aparejadas. Mientras tanto, hecho este exhaustivo repaso general a los antecedentes que hicieron posible el comienzo de lo que en un futuro no muy lejano será un importante proyecto industrial, y la situación de Torrecilla en Cameros y sus gentes en torno a 1917, retomamos la historia del nuevo negocio que estaba próximo a comenzar.
En los primeros meses de 1917, Alejandro Sáenz de Tejada traslada su residencia desde Nalda a Torrecilla donde se instala en el número 1 de la calle de Pedro Sagasta junto a su esposa y sus dos hijas, María Celsa y María Teresa. Desconocemos si el traslado fue la causa o la consecuencia de los negocios que estaba próximo a iniciar o simplemente pretendía estar más cercano a su extensa hacienda forestal, agrícola y urbana para hacer una gestión más directa. En Torrecilla residían también su hermana Sixta y su cuñado Francisco Castells, coprotagonistas del comienzo de esta historia en la que fue casa natal de Sagasta.
Nos situamos exactamente un 17 de febrero de 1917. Los hermanos Sixta y Alejandro Sáenz de Tejada Moreno, poseedores por herencia de su padre José María Sáenz de Tejada Manso de Velasco de las 3/8 partes del monte de Rivabellosa, adquieren por compra a sus primos, el resto de la finca y Coto Redondo.
El monte y su mayorazgo había llegado indiviso hasta las manos de Rafael Ramón Sáenz de Tejada Cabezón, nieto de Juan Manuel Sáenz de Tejada García-Morales que era a su vez hermano del fundador Martín Sáenz de Tejada. Casado con Eustasia Balbina Manso de Velasco en 1812, abolidos los señoríos y mayorazgos en los siguientes años por el nuevo régimen liberal, la propiedad se dividió entre sus hijos Celestino, Andrea y José María. Luego pasaría a manos de los hijos de éstos, e incluso de los nietos de Celestino, al fallecer su hijo Tomás Sáenz de Tejada casado en segundas nupcias con Matilde Gil López de Marquina.
Con la propiedad ampliamente dividida, nos presentamos ese año de 1917 con las 4/8 partes del monte propiedad de los hermanos María Tomasa, María Balbina e Ignacio María Sáenz de Tejada Gil, residentes todos en Logroño y representados por el esposo de la primera e ingeniero de montes, Jesús Briones García-Escudero. La octava parte que quedaba era de los hijos de Andrea Sáenz de Tejada y Félix Albarellos: Braulio, María Rafaela, Esteban y Rafael Albarellos Sáenz de Tejada. Braulio había comprado su parte a Rafael, y Esteban, que había estado casado con su prima Sixta Sáenz de Tejada, había fallecido sin dejar descendencia.
Junto al terreno se describen hasta ocho propiedades en casas, corrales y pajares que están en manos de cada uno de estos tres grupos familiares. Únicamente la que se denomina como “casa principal” situada junto a la iglesia del pueblo, pertenece por terceras partes iguales. La mayoría de estas edificaciones desaparecerán en los años 30 con la construcción del sanatorio por la Diputación de Guipúzcoa.
El importe total de la compra asciende a 81.000 pesetas a razón de 75.000 por las 4/8 partes de los tres hermanos Sáenz de Tejada Gil, aplazadas a los tres años sucesivos con cierto interés y garantía hipotecaria de la misma finca que se vende; y 6.000 pesetas a favor de los dos hermanos Albarellos Sáenz de Tejada.
De este modo, la propiedad de la totalidad del monte y su aldea vuelve a concentrarse en manos de los hermanos Alejandro y Sixta Sáenz de Tejada Moreno y sus cónyuges, Teresa Castells Angulo y Francisco Castells García como bienes gananciales de sus matrimonios.
Del inmenso tamaño de la propiedad que ahora administraban en exclusiva los Sáenz de Tejada y Castells, da idea la descripción que en documento de la compra se hace en la que se indica: “son dueños en común proindiviso de todo el territorio Coto Redondo denominado Rivabellosa cuya cabida se ignora”, y en la que tan sólo se mencionan los términos municipales de los pueblos con los que linda: “al Norte con territorios de Viguera y Torrecilla; poniente con los de éste última villa y de Almarza; Sur con los de éste último y Muro, y Oeste con los de Muro y Torre.”
En 1933, dentro del ambicioso proceso de reforma agraria que la naciente II República se disponía a poner en marcha, se elaboró un Registro de la Propiedad Expropiable que incluyese todas las fincas susceptibles de tal hecho expropiatorio. En dicho registro, la finca de Rivabellosa, situada íntegramente en el término municipal de Almarza de Cameros, tiene una superficie de casi 1.100 hectáreas, siendo la más grande de las que figuraban en aquel registro correspondiente a la Provincia de Logroño. La expropiación se frustraría al año siguiente con la victoria de la Coalición Española de Derechas Autónomas (CEDA), una de cuyas cabezas en La Rioja era el hacendado y coronel de ingenieros Ángeles Gil Albarellos, hijo de Rafaela Albarellos Sáenz de Tejada, prima de Alejandro y Sixta, y por lo tanto una de las expropietarias a las que habían comprado su parte unos años antes. Veremos aparecer varias veces a Ángeles Gil Albarellos en esta historia en su faceta de ingeniero con ocasión de las importantes obras de reconstrucción que se harán en el edificio de La Huesera con motivo de varios siniestros.
Siguiendo la secuencia cronológica de los hechos, el 5 de mayo fallecía, a los 78 años, Teresa Moreno Martínez, madre de Alejandro y Sixta Sáenz de Tejada Moreno, por lo que también heredan su hacienda y la parte de los bienes gananciales que le correspondían de su marido José Mª Sáenz de Tejada en Torrecilla y Rivabellosa. Aunque todavía no lo parezca, tras esta larga y farragosa introducción, ya tenemos casi cerrado el círculo que sienta las bases de lo que en los próximos años será la naciente industria del mueble curvado en Torrecilla en Cameros.
Tras la compra de la totalidad del monte de Rivabellosa, Alejandro Sáenz de Tejada y su cuñando/suegro Francisco Castells tomaron la decisión de tratar de sacar un nuevo provecho al monte de su propiedad que venían explotando años antes. El objetivo es sumar a la tradicional venta de lotes de árboles a mayoristas madereros, la producción propia de productos elaborados empleando como aserradero la antigua fábrica de papel de la Huesera que habían heredado. Para ello, según consta en la Matrícula Industrial de ese año, instalaron dos sierras circulares de 60 y 74 centímetros de diámetro dando comienzo a una pequeña actividad industrial en el viejo edificio de La Huesera. Recordemos que el 20 de octubre de ese año 1917, en la aceptación de la herencia de la tía por su esposa, ya se decía de la fábrica: “destinada a la fabricación de papel y en la actualidad a la fabricación de maderas”, por lo que el negocio había comenzado a andar.
En años posteriores irán adquiriendo otras de las muchas partes de la propiedad hasta completarla en 1920 con la permuta que se hizo con Celestino Córdoba que todavía ostentaba 1/64 parte de la propiedad que había comprado a Dionisio y Juana Munilla Lázaro en 1902. Teresa Castells, al igual que con la fábrica de papel, había heredado una parte sustancial del molino harinero que se había edificado junto a ella al mismo tiempo en 1839. Ambas partes deciden intercambiarse sus participaciones y compensarse económicamente, quedando Celestino Córdoba con el molino harinero y Teresa Castells con la parte de la antigua fábrica de papel. El valor económico que se asigna a estas partes nos arroja un valor del edificio de 32.500 pesetas.
Pero, parece ser que colocar dos sierras circulares en una vieja fábrica de 80 años, accionadas por un salto de agua, no era suficiente para montar un negocio en un entorno con empresas del mismo sector competidoras (Villanueva, Villoslada y Ortigosa) y con más experiencia como veremos. Eran años en los que la industria estaba despegando con nueva y sofisticada maquinaria, especialización de productos, formación de trabajadores, y en los que hacía falta algo más que voluntad. Entra aquí en escena un personaje misterioso, casi desconocido, que con los escasos datos recopilados se antoja fundamental para el comienzo primero de la industria de la madera, y después su reconversión en industria del mueble en Torrecilla en Cameros.
Llegamos por fin a aquella mañana de 25 de octubre de 1917 con la que iniciamos la narración en el primer artículo de esta serie en la que tres hombres entran por la puerta de la notaría local. Dicho día se firma en Torrecilla en Cameros ante el notario don Antonio Alaminos García la escritura de constitución de la compañía mercantil regular colectiva otorgada por don Alejandro Sáenz de Tejada Moreno, don Francisco Castells García, y don Enrique Camps Gómez bajo la denominación social de: “Sáenz de Tejada, Castells y Camps”. De este modo se cierra el círculo de los orígenes, dando forma, legalidad y una nueva y mayor dimensión al naciente proyecto industrial.
Aunque todos hemos oído hablar de los valencianos Manuel Pascual Salcedo y su fugaz socio, Juan Bautista Mocholí, no será hasta 1924 cuando aparezcan en esta narración. En este intervalo de tiempo que va de finales de 1917 al verano de 1924 veremos crecer el negocio, no sin dificultades, a partir de esa primera Sociedad Mercantil. Veremos como un simple aserradero de madera se transforma en una completa fábrica de muebles curvados, de moda por aquellos años. Surgirán otras dos sociedades con la presencia en ambas de Alejandro Sáenz de Tejada y otros socios. Para conocer más sobre las vicisitudes de la sociedad maderera “Sáenz de Tejada, Castells y Camps” y las que le sucederán en años posteriores, tendremos que esperar todavía un poco más hasta próximos capítulos.
Veremos cómo, al igual que pasó en 1969, en que muchos torrecillanos emigraron siguiendo su puesto de trabajo, hasta esa fecha, fueron otros los que recalaron en Torrecilla ante la oportunidad de trabajo que le ofrecía la fábrica de muebles y contribuyeron al crecimiento de la industria y la villa. Veremos cómo la fábrica de muebles supuso una nueva oportunidad en un entorno que se despoblaba irremediablemente sumergido en una gran crisis económica y demográfica que se venía arrastrando desde hacía años por falta de trabajo.
...pero para todo ello, tendremos que esperar.
David Pardo García
pardodavid77@yahoo.es
Estimado David,
ResponderEliminarDesconocía hasta ayer este blog, me está encantando lo poco que he podido leer hasta ahora. Desde ayer tienes un nuevo seguidor. ENHORABUENA
Un cordial saludo
Francisco Castells (de los Castells de Torrecilla) y Miró (de los Miró de Torrecilla-Barruelo)