Un repaso a la historia, vida y tradiciones de nuestros antepasados.

miércoles, 13 de mayo de 2020

Astola (III): Vicente Astola Olazabal


Los García de Durango, Azpeitia, Solo de Zaldivar, Domínguez de Urrejolabeitia, Martínez de Acoitia, Hermoso de Hordorica, Sagasta, Segura, Artabeitia, Ibarra y muchos otros, han sido apellidos importantes en la historia de Torrecilla en Cameros originarios de tierras vascas.

En Torrecilla nacieron los hermanos José Antonio Azpeitia y Sáez de Santa María obispo de Lugo y Murcia, y Ramón María  Azpeitia y Sáez de Santa María, último obispo de Tudela descendientes de la casa Izaguirre de Azpeitia. También Juan Manuel Hermoso de Hordorica, secretario real, embajador y fundador del convento de San Francisco, descendiente de Ugarte en Vizcaya. Por supuesto no nos podemos olvidar del torrecillano más insigne y universal: Práxedes Mateo Sagasta nacido en Torrecilla en 1824. Aunque de origen familiar alavés, sus antepasados así como el apellido Sagasta tienen su origen en su barrio homónimo del municipio vizcaíno de Abadiño.

Pero casi todos estos apellidos de obispos, notarios, hidalgos, grandes ganaderos y terratenientes, han desaparecido de entre los habitantes de Torrecilla del siglo XXI. Igual que llegaron al calor de los negocios se fueron marchando al hacer fortuna en otros lugares de España y América sin dejar rastro en la actualidad. Sin embargo, hubo una familia de simples albañiles, pastores o labradores que sin hacer grandes fortunas ni importantes gestas, dejó su sello durante los últimos tres siglos de la historia de Torrecilla en Cameros.



En La Rioja hay 39 personas apellidadas Astola según datos del INE a fecha enero de 2019. Sorprende que a pesar de ser un apellido escaso numéricamente, la relativa importancia al ser la tercera provincia en números totales tras Vizcaya, origen del apellido, y la vecina Álava, en cuyo valle de Aramayo existía desde muy antiguo este apellido. Más sorprende aún, cuando podemos asegurar totalmente que estas 39 personas, y todas aquellas que por la primacía del varón sobre la mujer lo han perdido, son descendientes de una única persona llegada a Torrecilla en Cameros en la primera mitad del siglo XVIII. En el presente artículo vamos a tratar de arrojar luz sobre quien fue este antepasado común de todos los Astola de Torrecilla en Cameros.

LA PERSONA

Tres siglos han pasado desde que llegasen a estas tierras a principios del siglo XVIII los hermanos Astola Olazabal procedentes de Vizcaya. Motivos laborales les llevaron, como a otros tantos muchos paisanos suyos, a estas tierras riojanas en busca de fortuna, prosperidad, y un porvenir más favorable que el que dejaban atrás.

De entre las relaciones de habitantes consultadas de Torrecilla en Cameros, no tenemos noticia documental alguna de los miembros de la familia Astola hasta el catastro del Marqués de la Ensenada del año 1752. Este catastro supone una foto fija de la sociedad castellana a mediados del siglo XVIII. Nos proporciona bastante información del primer Astola afincado en Torrecilla en Cameros y por lo tanto el fundador y antepasado común de todos los Astola de dicha villa desde entonces a la actualidad. En diferentes grafías según los documentos, figura Bizente, Vizente o Bicente de apellido Astola o Asttola. Para simplificar su lectura, lo denominaremos de acuerdo a la grafía moderna, siendo de aquí en adelante, Vicente Astola.

En el libro de los Memoriales de Legos o Seglares en el que cada individuo hace una declaración jurada sobre él, su familia y los bienes que posee en la localidad, declara:

Yo Vicente Astola hidalgo vizcaíno de edad treinta y un años y oficio albañil, casado tengo dos hijas menores de diez y ocho años doy verdadera relación en la forma siguiente:
Gano cada un año de mi oficio cuatrocientos y cincuenta reales. Vivo en casa de Manuel Larios sita en calle de San Juan que linda por un lado con casa de don Juan de Segura por el otro cerrado de dicho Manuel Larios y por otro calle Real, pago a dicho Manuel Larios por un cuarto que es en el que habito treinta y tres reales de vellón.
Y en cumplimiento del deber de su Majestad que Dios le guarde, doy el presente memorial declarando no tener por ahora otros bienes que los expresados en él y así lo jura con testigo presente  por mí en esta villa de Torrecilla a 19 de Abril de 1752 años.
Vizentte Antonio de Cuevas (firma)
De este documento y la información que aportan el resto de volúmenes del Catastro podemos resumir que: Vicente Astola contaba con 31 años en 1752 por lo que nos sitúa la fecha de su nacimiento en un lugar todavía desconocido en torno a 1720/21. Vicente estaba casado y tenía, al menos hasta esa fecha de 1752, dos hijas menores de edad. Era albañil de profesión y declaraba unas ganancias anuales de 450 reales. Vivía de alquiler en una casa propiedad de Manuel Larios en la calle San Juan, por la que pagaba una renta de 33 reales.

Catastro de Ensenada: Memorial de Vicente Astola

Lo que podemos aventurar es que, aparte de las dos hijas mencionadas, debió tener algún hijo varón posterior a esta declaración para asegurar la pervivencia del apellido tal y como ha llegado hasta el presente. Además, posiblemente Vicente Astola no sabía leer y escribir, pues es otra persona, Vicente Antonio de Cuevas, el que firma su declaración de bienes.

Ya tenemos identificado al que parece ser el primer antepasado de la familia Astola en Torrecilla en Cameros. Pero, ¿cómo y desde donde llegó Vicente?, ¿por qué emigro a estas tierras?, ¿qué familia dejó en su localidad natal? A estas y otras preguntas vamos a tratar de ir dando respuesta a continuación.

LOS ORÍGENES

En una entrada anterior de este blog ya vimos como el topónimo Astola se corresponde con un barrio del municipio de Abadiño o Abadiano. También, como etimológicamente, Astola es vocablo de origen vascuence formado por la unión de AST-OLA. El sufijo OLA se puede traducir como “ferrería” aunque también como “lugar o chabola”, siendo el prefijo AST procedente de Asto (burro) o Atxa (peña en vizcaino) mutando a Axt y Ast. De todo ello podríamos interpretar la etimología de la palabra Astola como: ferrería, lugar o chabola del burro, o de la peña.

Tanto por el mencionado lugar de Astola en Abadiño, por la clara etimología vascuence de la palabra y por su propia declaración, es a tierras vascas hacia donde obligatoriamente debemos encaminar la investigación.

Tradicionalmente se ha dicho que, la vasca es tierra pobre de pan y vino, aunque rica en maíz y manzanas; dura y agreste, con escasos terrenos aprovechables para la agricultura y la ganadería. En una sociedad arcaica como la que nos ocupa en el que control de la natalidad brillaba por su ausencia, las familias disponían de un pequeño trozo de tierra cuyo núcleo era el caserío. Tradicionalmente era impensable e inviable trocear esa tierra, ya de por sí menguada, para repartirla entre los abundantes hijos.

Itinerario de la familia Astola (1550-1720)

Las antiguas leyes o fueros vascos facultaban al padre a nombrar, entre los hijos varones, el más capacitado y en mejores condiciones como heredero universal. "Etxerako zara (eres para casa)" le decía solemnemente el padre llegado el momento. Era una figura asimilable al mayorazgo instaurado en otras zonas próximas del norte peninsular.

¿Pero qué pasaba con los demás hijos? Obviamente, las mujeres no contaban y se las buscaba matrimonio con la mejor dote posible. Al resto de varones se les intentaba dar un oficio (cantero, carpintero, herrero,...) y se les enviaba fuera a buscarse la vida solos o como aprendices de un maestro. Los menos,  se enviaban al seminario tuviesen o no vocación. Comenzaba así un periplo que en el mejor de los casos finalizaba en las cercanas tierras de Castilla, y en el peor en cualquier rincón perdido de América.

La familia Astola Olazabal residente entre Abadiño y la vecina Izurza estaba compuesta por el matrimonio de Matheo Astola Axuria natural de Ochandiano (Vizcaya) y Ana Olazabal Uncilla de Aspe (Vizcaya). Habían contraído matrimonio en la iglesia de San Juan Bautista de Aspe al día 6 de enero de 1702, de cuya unión nacerían sus cinco hijos:

  • Gregorio Astola y Olazábal, bautizado el 17 de noviembre de 1702 en la parroquia de  San Torcuato de Abadiño (Vizcaya).
  • Mª Ramos Astola y Olazábal, bautizada el 5 de abril de 1705 en la parroquia de San Torcuato de Abadiño (Vizcaya).
  • Magdalena Astola y Olazábal, bautizada el 27 de septiembre de 1707 en la parroquia de San Torcuato de Abadiño (Vizcaya).
  • Cathalina Astola y Olazábal, bautizada el 26 de junio de 1714 en la parroquia de San Torcuato de Abadiño (Vizcaya).
  • Vicente Astola y Olazábal, bautizado el 26 de mayo de 1719 en la parroquia de San Nicolás de Bari de Izurza (Vizcaya).
Entre 1714 y 1719 la familia, posiblemente por motivos de trabajo, debió trasladarse de Abadiano, donde habían nacido los cuatro primeros hijos, hasta Izurza, donde nacerá nuestro antepasado Vicente. También en Izurza casarían sus tres hermanas con sendos naturales de dicha localidad.

En 17 de diciembre de 1733 fallece en Izurza el cabeza de familia Matheo Astola Axuria a los 66 años. Queda Vicente huérfano de padre con 14 años, mientras que su hermano mayor Gregorio tiene ya 31 y vive fuera de Vizcaya. ¿Dónde?, en seguida lo sabremos. Sus tres hermanas mayores han contraído matrimonio y residen en la misma localidad de Izurza con sus esposos.

Por lo dicho anteriormente, era de suponer que a Gregorio, el mayor de los varones, le correspondería la escasa herencia familiar, mientras que Vicente tendría que ganarse la vida comenzando de cero fuera del caserío familiar, pero no fue el caso, Gregorio ya había emigrado. En el mencionado Catastro de Ensenada, esta vez en la aldea de Montemediano, aldea de Nieva de Cameros, figura otra persona apellidada Astola viviendo simultáneamente que hace esta declaración: 
       
Gregorio Asttola Olazaval natural de la Villa de Avadiano y residente en la Aldea de Monte mediano Jurisdiscion de  esta Villa de Nieva de Cameros, de edad de zinquenta y quatro años casado del estado Noble tengo dos hijos de menor edad y otros dos que pasan de diez y ocho años que se allan el uno en la Ciudad de Cazeres que se llama Matheo Asttola Aguire del que no tengo noticia en que se emplea ni que amo tiene, la otra es hija llamada  Cathalina Asttola que se alla en la Villa de Pedroso sirviendo con Pedro Baños para el hejercizio de fabrica de paños a quien paga de soldada anual sesenta y seis reales vellón. Tengo el oficio de canttero que ando a jornal a una parte y a otra el que me da desi cada dia dos reales y medio de los quales me alimentto.
Que avito en una casa de dicha Aldea que es de Gregorio Saenz vezino de esta Villa a quien pago de rentta diez reales de vellón.
Que es quantto me toca y pertteneze y declarar en cumplimiento de la orden de su Magestad y para que conste y no saber firmar rogue a Joseph Gonzalez firmase por mi en esta dicha villa de Nieva a diez de julio de mil settezientos y cinquenta y dos años.
Joseph Gonzalez (firma)          
De este modo, a falta de definir si el hecho ocurrió a la vez o escalonadamente, los dos hermanos Astola Olazabal recalaron en los Cameros riojanos. Esos casi 17 años de diferencia de edad entre los dos hermanos varones puede ser la clave de la cuestión. Podemos aventurar, que primero recalaría en estas tierras el hermano mayor Gregorio, para más tarde, quizás una vez ya huérfano, hacerse cargo y traerse consigo al pequeño de los Astola.
Cantero trabajando la piedra

La vida de Gregorio Astola estuvo focalizada en el entorno de Nieva de Cameros. Allí casaría un 20 de octubre de 1726 en la parroquia de San Martín con Manuela de Aguirre hija de Miguel de Aguirre y María Herrero ambos vecinos de Ortigosa de Cameros. El matrimonio fue corto debido al repentino fallecimiento de Manuela. No obstante, les daría tiempo a tener un hijo en común al que bautizarían con el nombre del abuelo paterno que había quedado en tierras vizcaínas: Mateo Astola Aguirre. 

Pronto Gregorio volvió a contraer matrimonio en la misma parroquia con Ana Rubio en enero de 1730. Ana era hija de Lucas Rubio y de Cathalina Pardo todos ellos naturales de Villavelayo. Los registros parroquiales de Nieva dejan constancia de la familia de Gregorio Astola:

  • Matheo Astola Aguirre, hijo de su primera esposa Manuela y heredero del nombre del abuelo paterno, del que sabemos que se marchó a vivir a Cáceres y del que su padre afirma que “no tengo noticia en que se emplea ni que amo tiene”.
  • Manuel Astola Rubio, nacido el 9 de septiembre de 1731. No lo menciona en su declaración y tampoco he hallado su certificado de defunción. Dado que no lo incluye entre sus hijos mayores de edad y siendo mayor que Cathalina, debió fallecer en la infancia o adolescencia.
  • Cathalina Astola Rubio, nacida el 17 de febrero de 1733. En el que en el mismo Catastro se afirma que “se alla en la Villa de Pedroso sirviendo con Pedro Baños para el hejercizio de fabrica de paños”. Casó en Nieva de Cameros con Joseph de Ydigoras el 20 de octubre de 1765 hijo de Joseph de Ydigoras y Ana Mª Crespo.
  • Antonio Astola Rubio, no se ha hallando su certificado de nacimiento en Nieva. Casado en Nieva de Cameros con María Pérez el 31 de agosto de 1760. Fallecida su primera esposa, volvió a casarse con Juana Barrón el 5 de septiembre de 1768. Antonio Astola falleció y fue enterrado en Nieva el 10 de octubre de 1782. No tengo constancia de que dejase descendencia.
  • María Ventura Astola Rubio, nacida el 22 de marzo de 1740.
  • María Astola Rubio, nacida el 11 de agosto de 1743.

Gregorio debió residir en Montemediano hasta que falleció el 29 de mayo de 1757.

Localizado el origen geográfico de la familia Astola, vamos a profundizar en un aspecto particular de la biografía de Gregorio y Vicente Astola Olazabal que ambos hacen constar en sus declaraciones del Catastro del Marqués de la Ensenada: su Nobleza o Hidalguía.

Pese a la aparente precariedad de sus vidas, baste leer la anotación hecha por el cura párroco de Nieva, Juan Francisco Sáenz de Pinillos en la inscripción del fallecimiento de Gregorio: ”…se enterró con oficio de catorce reales y no más por ser pobre…”,ambos declaran ser de estado Noble o Hidalgo indistintamente.

LA NOBLEZA DE LOS ASTOLA

En el mencionado catastro, de 404 vecinos (familias) tan sólo 63 de ellos son nobles, de 21 no se dice nada y el resto, 320, son pecheros. Pero no podemos caer en la tentación de entender la nobleza o hidalguía de Gregorio y Vicente Astola en 1752 con las connotaciones actuales de nobleza titulada. Lo sentimos mucho, pero Vicente Astola no era Conde, Duque o Marqués.

El concepto de hidalgo, fidalgo e infanzón se origina en los distintos reinos peninsulares durante la Reconquista. Hace referencia a hijo de algo o hijo de alguien. La palabra algo en este contexto denota rico o riqueza, y por lo tanto, en un principio, era sinónimo de rico hombre generalmente exentos del pago de determinadas obligaciones tributarias a cambio de la prestación militar que les confería el derecho de portar armas. Por el contrario los pecheros estaban exentos de tan arriesgada obligación militar aunque debían contribuir con el pago de múltiples impuestos personales.

En los primeros siglos era posible conseguir el rango de hidalgo simplemente con la habilidad de proveer y costear su propio servicio de armas. Es sólo en el siglo XII cuando el rango se cierra a los que no nacen en él y cuando empieza a usarse esa denominación.[]

En sus inicios, entonces, el título surgió como un reconocimiento. Pero a lo largo de los años, su uso se fue extendiendo en forma descontrolada, y los monarcas, a cambio de algún beneficio económico personal, nombraban hidalgos a cuantos les resultaba conveniente. Fue con la llegada de la Ilustración con los Borbones cuando comenzó una reforma en profundidad de la Hacienda Pública, una de las cuales fue la limitación de este tipo de nombramientos, ya que por entonces más de medio millón de personas gozaba de exenciones tributarias basadas en este título. El censo de Floridablanca de 1787 contaba en España 722.794 hidalgos sobre una población de 9.307.804, es decir un 7,7% del total que no pagaban ciertos impuestos por ostentar tal condición social.

En el norte de España el número de nobles era elevado y sus diferencias con el pueblo llano escasas, habiendo sido en sí reformada su sociedad desde un principio por motivos históricos y demográficos como auténticas milicias para la manutención de las huestes reales. En Asturias, los hidalgos llegaron a ser casi un 80% de la población, y en el caso de Cantabria esta cifra fue aún mayor, alcanzando el 83% en el siglo XVI y superando el 90% en torno a 1740.[] En Vizcaya y en Guipúzcoa existía también el llamado derecho de “hidalguía universal”, en virtud del cual todos los vizcaínos y todos los guipuzcoanos nacían hidalgos.

Es este principio de hidalguía universal, por el cual cualquier vizcaíno de nacimiento tenía la condición de hidalgo, el motivo por el cual a nuestro antepasado Vicente Astola se le inscribiese en los documentos mencionados como “del estado noble” o “hidalgo”.

Este mismo supuesto es aplicable a otros muchos de los 63 nobles que figuran en Torrecilla en Cameros en dicho Catastro de 1753, que atendiendo a sus raíces vizcaínas o guipuzcoanas deducidos por sus apellidos, tienen tal condición: Velasco, Londoño, Domínguez de Urrejolabeitia, Segura, González de Betolaza, Sarralde, Solo de Zaldivar, Bilbao, Azpeitia, Ruiz de Ozana, Ibarra.

Volvamos a la máquina del tiempo y situémonos otra vez en el Antiguo Régimen (segunda mitad del XVIII) en el que se impone una sociedad basada en el privilegio y en la diferencia de clases. Para estar exentos de pagar ciertos impuestos; para incorporarse a algunos organismos, órdenes militares o religiosas; o para evitar servir militarmente como tropa en las continuas guerras europeas y americanas en las que se ve inmersa la monarquía española; hay que exhibir limpieza de sangre, acreditar que ésta no estaba contaminada por la de herejes moriscos ó judíos o justificar la condición de pertenecer al Estado Noble. A algunos colectivos se les presuponía  de entrada esa limpieza de sangre (tenían ese privilegio); entre ellos estaban los Vizcaínos, gentilicio utilizado hasta el siglo XVIII para nombrar indistintamente a los habitantes de los tres territorios del hoy País Vasco.

Esos emigrantes, o los descendientes de los emigrados en siglos pasados, desean demostrar que son de noble linaje por muy diversos motivos para lo cual deben presentarlo y acreditarlo. Es lo que se conocería en el derecho de la época como expedientes de Vizcainía. se ven obligados a ir al lugar de origen de su antepasado, solicitar la partida de bautismo y todo tipo de pruebas documentales que acrediten el origen vizcaíno de la familia. El proceso era largo y tedioso, debiendo sustanciarse ante un juez de la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid.

Ya tenemos una explicación lógica a como estos dos hermanos, con una posición económica no muy boyante, no dudan en señalar y dejar por escrito su nobleza o hidalguía de sangre.

Volviendo al relato de la vida de Vicente; debió vivir con su hermano mayor Gregorio, su esposa y sus cuatro primos, bien en Montemediano o en alguna otra localidad de las inmediaciones en función del trabajo. En Torrecilla en Cameros debió conocer a la que sería su esposa, allí contraería matrimonio iniciando la saga familiar de sus descendientes hasta el presente.

EL OFICIO

Ya sabemos quiénes fueros y de donde provenían los hermanos Gregorio y Vicente Astola Olazabal que desde Vizcaya emigraron a los Cameros a comienzos del s.XVIII. Pero, ¿por qué a los Cameros riojanos?

La respuesta está en las mismas circunstancias que hoy en día siguen forzando a las personas a la emigración: el trabajo y la necesidad ya no de prosperar, quizás de sobrevivir. En su caso su “ofizio de cantero o albañil” debió traer primero a Gregorio y más tarde a Vicente hasta tierras riojanas.

Durante siglos la iglesia y sus templos han sido fuente constante de negocio para muchos sectores artesanos. A comienzos del s.XVIII son muchas las parroquias que se hallan inmersas en nuevas edificaciones, ampliaciones y profundos cambios tantos en sus edificios como en su ornato interior. Muchas de estas parroquias se benefician de la prosperidad y buena economía de esta tierra rica en vino y cereal. Tanto los bienes propios como los de sus feligreses gravados con impuestos de diezmos y primicias son abundantes y se suceden las obras a veces en una especie de competición entre las mismas.

En lo que respecta al oficio de cantería, dos son los focos predominantes desde los que llegarían estos individuos. En los siglos XVI-XVII predominaron los canteros montañeses (cántabros). En el XVIII tomará el relevo los canteros vizcaínos, siendo especialmente activos los procedentes de la zona del Duranguesado de donde eran nuestros protagonistas. A la relativa proximidad de su tierra natal, se une también que toda aquella zona vizcaína pertenecía por entonces a la Diócesis de Calahorra, y por tanto, las influencias, contactos y facilidades de contratación se supondrían mayores.


Diócesis de Calahorra hasta comienzos del s.XIX

De Abadiano, la localidad natal de la familia Astola Olazabal, llegarían Juan Bautista Arbaiza y Martín de Beratua, dos de los más importantes arquitectos de los próximos años en La Rioja.

Juan Bautista Arbaiza Bazterechea nació en Abadiano el 12 de agosto de 1682. En 1742 comenzó, según traza propia, las torres gemelas de La Redonda de Logroño falleciendo en dicha ciudad en 1748 sin verlas finalizar.

Martín de Beratua Elexalde  nacido también en Abadiano en 1708, era hijo de Sebastián de Beratua Mugazabal, carpintero de profesión y Josepha Elexalde y Alegría. Casado con María de Mendiolagaray Larringan, sobrina de Juan Bautista Arbaiza, su periodo de formación debió transcurrir en La Rioja junto a su tío político, a la vez que paisano de Abadiño.

La Redonda (Logroño)

Tras independizarse de su maestro y tío, y en especial tras su fallecimiento, retoma sus obras acabando las torres de La Redonda. Colabora con el también vasco Martín de Arbe en muchos de sus proyectos y más tarde con sus dos hijos Manuel y Sebastián levantaron algunas de las torres-campanario más importantes y bellas entorno a Logroño.

Martín era empresario que contrataba, tracista que planificaba y dibujaba. Por supuesto no solo construyeron torres, sino también, otros edificios civiles y religiosos, aunque los campanarios son los que más se aprecian de toda su obra.

Ejecutó entre otras las de Aguilar de Codés (1747), Labraza (1768), Ábalos, Briones (finalizada en 1760), la exenta de la catedral de Santo Domingo de la Calzada (1762-69). Pero sin duda la obra cumbre fueron las torres de La Redonda de Logroño. Iniciadas en 1742 por Juan Bautista de Arbaiza, fueron finalizadas en agosto de 1756, culminando la labor iniciada 14 años atrás.

Hacía poco que había retomado las obras de la torre de Oyón, iniciadas igualmente por su tío Juan Bautista de Arbaiza, cuando el 14 de marzo de 1770 le sorprendió la muerte concluyendo las obras sus hijos.

Su importante labor se vio reconocida con la concesión del nombre de sendas calles en Oyón y Logroño.

Portada de San Pedro (Viana)

Estos dos ilustres arquitectos también dejaron su impronta en Viana. Aquí levantaron la portada barroca de San Pedro entre 1740 y 1743. De su rica decoración y escultura se encargó el vianés Juan Jerónimo Coll.

Pero no sólo Vicente Astola vendría tras los pasos de su hermano Gregorio. Como muchos otros vascos emigrantes de la época y hasta en la actualidad, la gente se mueve en grupos por proximidad geográfica de procedencia,  lazos familiares o profesionales. Así por ejemplo, tenemos el caso de Thomás de Olazabal Elexaburu (Aspe, 1699) en el que se dan todos estos supuestos. Primo de los hermanos Gregorio y Vicente Astola Olazabal, Thomás también recala en Nieva donde casará con Ángela Escudero natural de Ezcaray en 13 de diciembre de 1733. Para 1756 lo tenemos residiendo en la calle Ruavieja de Logroño y como sus primos, igualmente es cantero de profesión.

Generalmente la emigración se producía en grupos de conocidos o “cuadrillas” profesionales de carpinteros, canteros, albañiles, doradores, etc. que acompañaban al maestro cantero. Era el maestro el que pujaba por las condiciones de la obra: calidades, plazos e importe. A la más que probable cuadrilla de trabajo habitual que acompañaban al maestro se añadían los discípulos que altruistamente, como el caso de sus familiares, o por interés pecuniario tomaba el maestro cantero.

LA DESCENDENCIA

A la espera de dar con documentación, es de suponer que tanto Gregorio como luego Vicente figuren en alguna de esas cuadrillas que trabajaban a las órdenes de estos primitivos arquitectos vascos que traían todo un grupo humano tras de ellos. Quizás tuviese algún lazo familiar con ellos o tan sólo fuese un simple cantero que trabajaba la piedra y recaló en estas tierras formando parte de las cuadrillas de alguno de estos maestros de obras de su Abadiano natal o bien por propia iniciativa ante las noticias que le llegaban de abundante trabajo en estas tierras.

Ya tenemos una visión clara de las posibles causas que llevaron a Gregorio, y más tarde a Vicente, hasta La Rioja. Como muchos otros, el trabajo llevó a formar una familia y con ello, asentarse en la localidad.

En el Catastro de Ensenada de 1752 nos narra de primera mano que tiene 31 años, es albañil de profesión, estaba casado y tenía dos hijas menores de edad. Consultados parcialmente libros sacramentales de la parroquia de San Martín de Torrecilla en Cameros esta es la reconstrucción de su vida familiar.

Vicente Astola casó en Torrecilla en Cameros un 27 de marzo de 1746 con María Sebastiana de la Calle natural de Nestares. Nacida un 28 de enero de 1720, hija de Bartolomé de la Calle natural de Castroviejo y de Cathalina de Soto natural y vecina junto a su marido en Nestares; abuelos paternos Juan de la Calle y María de Estefanía de Nestares y maternos, Juan de Soto Morales y María Martínez de Nestares. Este matrimonio tuvo los siguientes hijos:

  • Francisca Astola de la Calle: hija de la que habla en el Catastro de 1752.
  • ¿? Astola de la Calle: supongo su existencia por la mención a dos hijas en el catastro de 1752 aunque todavía está sin localizar documentalmente.
  • Matheo Astola de la Calle: nacido el 14 de octubre de 1752 y bautizado el día 22 del mismo mes con el nombre de pila de su abuelo paterno. Fue su padrino Manuel Larios, tal vez el mismo propietario de la casa en la que vive el matrimonio según hemos visto el 19 de abril de ese año. No he localizado descendencia.
  • Manuela Astola de la Calle: nacida el 10 de junio de 1759 en Torrecilla en Cros.
  • Gregorio Astola de la Calle: aunque no tengo todavía localizada su inscripción de bautismo en Torrecilla sabemos de su existencia por las inscripciones de sus hijos Gerónimo o Vicente en las que se le hace constar como “natural de Castroviexo”, aunque tampoco figura en los libros sacramentales de este último pueblo. Estos conteros se desplazaban allí donde había trabajo y puede que Gregorio naciese en alguna localidad aun por determinar donde trabajaba su padre Vicente. Gregorio es heredero del nombre de su tío de Nieva de Cameros, aquel Gregorio pionero en la emigración desde Vizcaya a los Cameros y que arrastraría a su hermano Vicente. Será este Gregorio el continuador de la saga familiar.

Del resto de la vida de Vicente Astola poco más podemos decir. El trabajo le llevaría provisionalmente a cualquiera de los municipios vecinos, en donde posiblemente nacería Gregorio, nuestro siguiente antepasado. Y en cuanto a las circunstancias de su fallecimiento, no consta Vicente Astola en los libros de defunción de Torrecilla en Cameros pudiendo haber fallecido en otro lugar por los mismos motivos anteriores.


Desconozco por el momento a que se dedicó Gregorio Astola, la segunda generación de la familia asentada en Torrecilla, pero no andaremos desencaminados si suponemos que de algún modo se debió mantener este oficio familiar ya que en esta prolífica familia seguirán saliendo los Astola en la documentación municipal dedicados a estos menesteres.

Sirva de ejemplo Gorgonio Nicolás Astola Artabeitia y Celestino Astola Fernández de la Cuadra. Ambos continúan con la profesión de sus antepasados  dejarán su trabajo en varias obras privadas y públicas de la villa. Así por ejemplo en 1852 el Ayuntamiento de Torrecilla asigna a Celestino Astola la recomposición del arroyo público de la plaza de esta villa y barrio de Cañamares. En 1857 es Nicolás Astola el adjudicatario para la obra para un salón o cuarto para la Junta de Estadística del Partido en la cantidad de 1.460 reales

Como resumen mostramos un árbol genealógico de los ascendientes de Vicente Astola Olazabal, dejando para una mejor ocasión su ámplia descendencia que ha llegado hasta nuestros días en Torrecilla y la que durante esos años emigró a otros lugares de España y América.