Un repaso a la historia, vida y tradiciones de nuestros antepasados.

sábado, 18 de septiembre de 2021

La industria del mueble en Torrecilla en Cameros (VIII): "Sáenz de Tejada, Camps y Santaolalla, S.L." (1920-1923)

Índice de artículos: 

I-Motivos de este trabajo
II-La industria en Torrecilla hasta comienzos del s. XX
III-El monte de Rivabellosa
IV-La fábrica de La Huesera
V-Torrecilla en Cameros: 1917 
VI-Comienza un proyecto
VII-Sáenz de Tejada, Castells y Camps



Desde el último cuarto del siglo XIX estaban de moda en Europa los denominados muebles curvados vieneses. Aunque en un primer momento estos muebles sólo estaban al alcance de la burguesía de las grandes ciudades, con el transcurrir de los años y su fabricación en grandes cantidades, fueron economizándose, popularizándose y haciéndose más accesibles a la población general. 

Las técnicas para el trabajo de curvado de la madera llegaron a España de la mano de empresarios valencianos que evolucionaron sus talleres artesanos tradicionales hacia grandes fábricas de muebles. En las fábricas de algunos de esos pioneros surgieron talleres de aprendices que emprendieron sus propios negocios al calor del aumento continuo de la demanda hasta hacer de Valencia y sus alrededores el mayor foco de fabricación de mueble curvado de España, del cual hablaremos en el próximo artículo.

No tenemos certeza de cuándo, cómo, o a través de quién, y seguramente desde Valencia, la idea para la fabricación de muebles curvados llegó a Torrecilla en Cameros. Entra aquí en escena el probable papel jugado por Enrique Camps Gómez, el que a nuestro juicio puede ser la persona que encaminó el negocio hacia la fabricación de muebles. Enrique Camps se mantiene junto a Alejandro Sáenz de Tejada de la disuelta Sociedad anterior, que abandona Francisco Castells, y a la que se incorpora como nuevo socio un joven Leopoldo Santaolalla Blanco.

El 12 de febrero de 1920, esta vez en la notaría logroñesa de Enrique Mora Arenas, al permanecer vacante la de Torrecilla, comparecieron Alejandro Sáenz de Tejada Moreno de 42 años, propietario y vecino de Torrecilla en Cameros; Enrique Camps Gómez de 40 años, del comercio y vecino de Bilbao y Leopoldo Santaolalla Blanco de 25 años de edad, boticario, natural de Leiva (La Rioja) y vecino de Torrecilla en Cameros. Los tres constituyen la Compañía Mercantil de responsabilidad limitada bajo la razón social “Sáenz de Tejada, Camps y Santaolalla, Sociedad Limitada”. La duración prevista de la sociedad era de 6 años a contar desde el anterior 20 de octubre de 1919 salvo fallecimiento de alguno de los tres socios en cuyo caso se acuerda liquidar y disolver la sociedad. Se fija la sede social en Torrecilla en Cameros con domicilio en la calle Pedro Sagasta 13, siendo el objeto del negocio dedicarse “a la compra y venta de maderas e industrias derivadas”. La nueva empresa se inscribirá el 18 de febrero de 1920 en el Registro Mercantil de Logroño.

Todavía no tenemos seguro los datos biográficos y el motivo de la relación de Enrique Camps con Torrecilla. En ningún momento llegó a residir de forma permanente en la villa ya que no se le anota en los padrones municipales de habitantes de esos años. Sin embargo, será un miembro destacado de la Sociedad torrecillana asumiendo por ejemplo la vicepresidencia del Círculo Torrecillano en 1923. Si era uno de aquellos pioneros veraneantes que llenaban el pueblo en época estival, o tenía algún tipo de parentesco con algunos habitantes, es una incógnita por el momento.

Pese a que en las escrituras de constitución de las dos Sociedades ya vistas figura como vecino de Bilbao y dedicado al comercio, son muchos los datos que lo relacionan con Valencia. Junto con un apellido típicamente valenciano, los frecuentes viajes que hace entre Valencia y Torrecilla junto con su familia y de los que hay varias noticias en el diario La Rioja. En dichos viajes se hace acompañar de su esposa Lorenza Ruiz Alloza, su suegra Ascensión Alloza y varias sobrinas, todas ellas naturales de aquellas tierras valencianas y que vienen a pasar el verano a Torrecilla.

Así que a día de hoy, Enrique Camps es el primer y más probable nexo de unión entre Alejandro Sáenz de Tejada, principal impulsor de todos estos negocios, y Valencia, capital aquellos años del denominado mueble curvado en España, desde donde llegará todo lo necesario para poner en marcha el ambicioso negocio de fabricación de muebles.

El tercer socio era un por entonces joven Leopoldo Santaolalla Blanco y daba sus primeros pasos en el mundo de los negocios. Nacido en Leiva el 10 de noviembre de 1894, era hijo de Justo Santaolalla Villanueva, médico local, y de Margarita Blanco Barahona,  a su vez hija del farmacéutico Pedro Blanco que había recalado junto con su esposa e hija procedente de su último destino en Torrecilla.

Estos abuelos maternos, el farmacéutico Pedro Blanco Cantabrana y su esposa Ambrosia Barahona, naturales de Treviana, habían llegado a Torrecilla en 1855 para hacerse cargo de la plaza de boticario vacante tras la renuncia de su anterior poseedor Pedro Pablo Usera. Entre los hijos del matrimonio estaban, Margarita, madre de Leopoldo Santaolalla, y su tío Vicente, nacido en Foncea, el anterior destino como boticario de su padre Pedro. Será éste hijo Vicente Blanco el que se quede con la plaza de boticario local en Torrecilla en 1875 tras la salida de sus padres y hermana rumbo a la farmacia de Leiva, en donde nacerá Leopoldo Santaolalla.

Con tan sólo cinco años fallece su madre Margarita, y tres años después su padre Justo. De este modo con ocho años de edad y huérfano de padres se traslada a residir a Torrecilla junto a sus tíos Vicente y Luisa Sáenz-López Román que todavía no tenían ni tendrían hijos propios. Esta prematura orfandad y traslado hace que en muchos documentos no oficiales consultados figure como natural de Torrecilla en Cameros. Junto al niño Leopoldo se traslada su hermano Luis que proseguirá la saga familiar estudiando Ciencia y Farmacia en Madrid.

En Torrecilla crecen los hermanos Leopoldo y Luis Santaolalla en casa de sus tíos convertidos en padres adoptivos. Casará con su convecina Estefanía San Juan Ayarza de cuyo matrimonio nacieron Vicente, Luis, Leopoldo, Francisco y María de la Concepción. 

La sociedad “Sáenz de Tejada, Camps y Santaolalla” que se acababa de constituir a comienzos de 1920 contaba con un capital social inicial de 30.000 pesetas aportado en metálico por partes iguales por los tres socios, que como veremos, se antojará insuficiente para la envergadura de la industria que se disponen a montar. Se describe la empresa como “perteneciente al negocio industrial de fabricación de muebles curvados de madera”, y como en la anterior ocasión, para la explotación del negocio, el socio Alejandro Sáenz de Tejada cede en “arrendamiento el uso y disfrute de los edificios con terrenos anexos y el salto de agua, con su canal, conducción y desagüe”. Nuevamente Alejandro Sáenz de Tejada, con independencia del devenir mejor o peor del negocio de fabricación de muebles, se asegura otra fuente de ingresos por el alquiler de la fábrica con su salto de agua, y por el suministro de la madera del monte de Rivabellosa.

Tal decisión suponía dar un salto cualitativo en el negocio al pasar de un pequeño aserradero en que se fabricaban ciertos componentes agrícolas por encargo sin apenas maquinaria ni mano de obra, a una verdadera fábrica de muebles más que pretenciosa a tenor de la maquinaria adquirida. Se trataba de un negocio de proporciones importantes para unos novatos empresarios que carecían del capital, maquinaria, personal y experiencia necesarios y que se irá poniendo de manifiesto en años venideros.

Salvo para el capital, que se buscará en Logroño, para el resto han de desplazarse a Valencia, desde donde irá llegando todo lo necesario. Durante todo el año 1920 debieron ser frecuentes los viajes a Valencia para tratar de establecer los contactos para formarse en el negocio de la mano de empresarios locales así como adquirir la maquinaria necesaria para la puesta en marcha del negocio. Comienza así una relación con tierras levantinas que perdurará durante los próximos años culminando el verano de 1924 en las figuras de Manuel Pascual Salcedo y Juan Bautista Mocholí.

Al mismo tiempo se realizaron obras de importancia en la fábrica de La Huesera para adecuar el viejo molino papelero, que ya había cumplido los 80 años de vida, para dar cabida a la nueva empresa con sus modernas y pesadas máquinas. También el viejo canal de agua que se abastecía desde la presa de San Lázaro fue objeto de adecuación y ampliación ya que se debían instalar en él las turbinas que accionasen los generadores de electricidad y todo el sistema de transmisión por ruedas y cintas que moviesen la nueva maquinaria.

Las 30.000 pesetas de capital social no cubrían ni de lejos la inversión que había de hacerse. Se hubo de recurrir a diversos préstamos y líneas de crédito para las obras de adecuación del edificio de La Huesera, comprar e instalar maquinaria, así como para el día a día del funcionamiento del negocio.

En 1924, tan sólo cuatro años más tarde, con motivo de la disolución de la tercera y última de las sociedades que estamos viendo, entre las deudas que tenía contraída la compañía estaban: 60.000 pesetas al Banco de España, 16.000 pesetas al Banco Riojano, y más de 137.000 pesetas a la Banca Hijos de Saturnino Ulargui, todos de Logroño. En total eran 213.000 pesetas de deuda bancaria acumulada en los tres años de vida del negocio que caían como una pesada losa sobre el funcionamiento ordinario de la fábrica, y como vemos, muy por encima de las 30.000 pestas aportadas de capital social por los tres socios fundadores de la fábrica de muebles.

Arranca el año 1921 con los trabajos en el edificio bastante avanzados a falta de la colocación de maquinaria. Escribía el 22 de enero el corresponsal de Torrecilla en el diario La Rioja: “Han comenzado los trabajos para la instalación de una fábrica de muebles curvados, industria que ha de reportar innumerables benéficos a esta villa”. No faltan las loas a los emprendedores socios y una detallada, idealizada y paternalista visión del negocio que se pretende comenzar: “La Sociedad formada por los señores don Alejandro Sáenz de Tejada, don Leopoldo Santaolalla y don Enrique Camps, dando una verdadera muestra de actividad y competencia, se afana por terminar cuanto antes las obras, y al efecto, en la semana próxima quedará terminado el canal, se montará la tubería, así como también alguna de las muchas máquinas que han de funcionar”.

En lo referente al material y el volumen e importancia del mismo a colocar, se mencionan tres vagones de tren llenos de maquinaria, moldes para el curvado y demás útiles, que ya se han recibido en Logroño y otros que se esperaba llegasen en breve. La maquinaria se había adquirido en Valencia desde donde se anuncia la llegada de José Pascual, dueño, mecánico y montador del taller de construcción de maquinaria “Talleres Pascual”. En años posteriores regresará José Pascual a Torrecilla para arreglar o instalar nueva maquinaría de la que hay alguna noticia en el diario La Rioja.

De hacerse realidad, se abría un futuro esperanzador para Torrecilla ya que las expectativas de producción eran grandiosas: “Tratase de hacer una producción diaria de 200 a 300 muebles, desde los más complejos y delicados hasta los más sencillos”. No menos esperanzadoras eran las de puestos de trabajo: “Tendrán ocupación dentro de la fábrica más de 150 obreros de ambos sexos, y si se agregan los necesarios para el arrastre de materiales y porte de los productos, bien puede calcularse que la nueva industria dará jornal a más de 200 personas”.

En lo referente al local que había de ocupar la industria y la organización del trabajo se escribe: “El local en que se va a instalar la fábrica es un edificio que forma un cuadro de unos 40 metros de lado. Se colocará en la planta baja las sierras, tornos, máquinas de curvar, de sacar chapa y dibujarla; y en el primer piso estará ocupado por otras máquinas, barnizadoras, etc., para la terminación de la obra. La máquina de vapor y el secadero se colocaran en edificios contiguas a la fábrica”.

Entre los datos que proporciona la noticia tenemos el nombre de Vicente Sanchís, el que habría de ser su director con experiencia similar en fábricas de Barcelona, Valencia o Madrid, aunque como veremos, durará poco en el cargo. Para julio ya es el valenciano Francisco Malonda el nuevo director de la empresa.

La mañana del 11 de febrero se produce la puesta en marcha de la turbina que la empresa Corcho Hijos, S.A. de Santander había estado instalando. Dicha turbina modelo de “aspiración”, había de entre otras cosas, dar movimiento a las máquinas y accionar un pequeño dinamo para la producción de energía eléctrica para el sistema de alumbrado de la fábrica. “Una salva de aplausos y de vivas entusiastas salió espontáneamente de todos los que presenciaron el acto. Los señores socios y montadores de las máquinas recibieron numerosas felicitaciones”. Por la tarde se celebra el acontecimiento con una merienda para unos cien comensales en la misma fábrica en la que no faltaron los cabritos asados al estilo argentino elaborados por Carmelo Ibarra, torrecillano afincado en aquellas tierras americanas. La fiesta continuó más tarde como era habitual en todo tipo de celebraciones en las instalaciones del Casino Torrecillano.

Pese al ritmo acelerado de los trabajos, todavía habrían de pasar varios meses para poner en funcionamiento la industria. Todo parece caminar en el buen sentido para el negocio. Solucionado el tema de la financiación, y en el buen camino el montaje de la industria, sólo queda por preparar la mano de obra, abundante y dispuesta en Torrecilla, pero que desconocía por completo cualquier tipo de trabajo industrial y éste en particular, y por lo tanto, el empleo de las modernas máquinas que se estaban instalando en el edifico de La Huesera.

Para poner en marcha el negocio y formar al personal, a primeros de marzo llegan por primera vez desde Valencia personal cualificado: un oficial para el curvado, otro afinador, un tornero mecánico y un armador.

Durante el verano se suceden los viajes entre Torrecilla y Valencia de obreros especializados, el director de la industria Francisco Malonda y el fabricante y montador de maquinaria, José Pascual. De ellos da cuenta el diario La Rioja en varias ocasiones, así como por primera vez el 30 de octubre, tenemos noticia de los muebles fabricados en Torrecilla: “Ayer tuvimos el gusto de admirar en el Café Habana unos magníficos sillones construidos en la fábrica de muebles curvados de Torrecilla de Cameros, de la que son propietarios los señores Sáenz de Tejada, Camps y Santaolalla, y nos podemos felicitar de que en nuestra provincia se haga tan buena labor, pues además de lo bonitos que son tienen una construcción muy sólida”.

Como era menester, se debió elaborar un catálogo con los productos fabricados en la empresa con el que realizar la labor comercial. Tan sólo he conseguido localizar una fotografía con uno de los sillones elaborados en Torrecilla que forma parte de la patente solicitada ante la Oficina de Patentes de la Dirección General de Comercio e Industria, el 3 de noviembre de 1921. Con la denominación 85-R y paginada con el nº 6, sin duda debió formar parte de ese catálogo y quién sabe si son esos sillones los que menciona La Rioja días antes sitos en el Café Habana de Logroño. De lo que no cabe duda es que, a día de hoy, es la primera imagen de uno de los primeros muebles curvados elaborados en Torrecilla en Cameros.


 

El edificio del antiguo molino papelero de La Huesera constaba de planta baja y otras dos más sobre ella, siendo su forma rectangular de aproximadamente uno 41 metros de largo por 20 de ancho, por tanto, algo más de 800 m2 por planta. Además del edificio, correspondían a la propiedad los terrenos que por el norte se extendían hasta el antiguo camino de San Lázaro y por el sur hasta el río Iregua, junto con el aprovechamiento del salto de agua mencionado.

El interior del edificio se había distribuido en un proceso de fabricación “vertical” de abajo a arriba, desde la madera en bruto en planta baja hasta el producto elaborado en la segunda planta. Este sistema, sin duda debido a la falta de espacio suficiente como requiere una industria de este tipo con maquinaria, productos iniciales, intermedios y finales de gran volumen, será un inconveniente que arrastrará la fábrica hasta su cierre. Prueba de ello serán los intentos de ampliación en el poco espacio anexo disponible en años venideros.

Para paliar estos problemas de espacio se compran esos años dos fincas: la primera sita en la carretera de Logroño-Soria, en el cerrado titulado de la Cuesta, comprada a Álvaro de Cortazar en 1.500 pesetas; la segunda en el Llano de San Julián a Amalia López Soto por 500 pesetas. El traslado de parte de la producción a las instalaciones en Torrecilla de la denominada “fábrica de arriba”, Logroño u Oyón (Álava) en años posteriores, solucionan temporalmente el problema de espacio que se arrastrará hasta 1969, aunque creará otro más severo, la ineficiencia logística y económica provocada de tal dispersión de centros productivos.

Más adelante habrá ocasión de entrar en detalle de los productos elaborados y del proceso de fabricación, pero sirva la descripción hecha por el propietario Alejandro Sáenz de Tejada en uno de los contratos de alquiler del edificio para ver cómo era esa división funcional del espacio. En planta baja existía el escritorio, talleres de mecánicos, serrería, caldera de vapor, talleres de curvado de la madera, instalaciones complementarias, secado y cuadras. En la planta primera existían tres talleres de ebanistería, armado de muebles y de barnizado. En la planta segunda, tres grandes espacios servían para almacenar los productos terminados. Obviamente, una vez finalizados los productos habían de retornar a planta baja para su salida al mercado.

Puesta en funcionamiento la fábrica de muebles curvados sus accionistas dan muestra de la importancia social y económica que tienen en Torrecilla. Alejandro Sáenz de Tejada había sido alcalde de Nalda en años anteriores cuando residía en dicha localidad, sin embargo tardará todavía en involucrarse personalmente en la vida política torrecillana. Pero esa falta de presencia personal no nos puede llevar a engaño de que una persona de su importancia social y económica no participase de una u otra forma en la toma de decisiones políticas, más dado los antecedentes familiares de su padre José María Sáenz de Tejada Manso que había sido un destacado miembro del partido carlista en los primeros años de la Restauración llegando a ser candidato a Cortes Generales por dicho partido en 1870 e incluso jefe militar de una partida guerrillera que se hecho al monte en el verano de 1871. Con tales antecedentes, la vida de Alejandro Sáenz de Tejada estuvo marcada por la política además de los negocios, siempre entorno a posiciones monárquico-tradicionalistas.

El 29 de enero de 1922 se habían proclamado automáticamente los nuevos concejales para los próximos dos años en base al artículo 29 de la ley electoral de 1907 al ser igual el número de candidatos y concejales elegibles. Lo mismo había sucedido en 1920, no llegándose a celebrar las elecciones al no haber competición entre candidatos.

El 1 de abril, un jovencísimo Leopoldo Santaolalla asume la alcaldía torrecillana en sustitución de Santiago Huerta Gil por ocho votos a favor y uno en blanco. A parte de los durísimos requisitos que la Ley exigía para ser candidato, y que no estaban al alcance de la mayoría de la población, podemos ver como la élite local se repartía tranquilamente el poder municipal evitando la competencia entre ellos y la “incomodidad” del sistema democrático. Esta corporación será la última elegida “democráticamente” tras el golpe de estado de Primo de Rivera a mediados de septiembre de 1923. No será hasta abril de 1931 cuando se recuperen los ayuntamientos democráticos que dieron paso a la II República.

Pese a la abundante información de los comienzos de la fábrica de muebles el año anterior, en el presente las noticias escasean. Con mayor o menor fortuna se fueron elaborando muebles que se vendían principalmente en un mercado de proximidad.

Torrecilla en Cameros, localidad liberal incluso antes de Sagasta, cabeza del liberalismo más progresistas, recibe el 29 de agosto la visita de Alberto Villanueva, político liberal, diputado a Cortes por su Partido Judicial acompañado por varios diputados provinciales al que cuatro meses antes el nuevo ayuntamiento había enviado una carta de “amistad y adhesión tanto general como particular por cuantos actos tiendan al bien de los intereses generales y particulares del  pueblo y municipio”. La crónica de La Rioja de aquel día narra la visita, y entre las paradas de la misma, una a la fábrica de muebles en la que se le mostró cada una de las etapas de fabricación de los muebles y en la que, “alabó el perfecto funcionamiento de las máquina, llamándole la atención la de sacar chapa, para la que, previamente dispuesto un tronco o cilindro de madera se hizo funcionar aquella, obteniéndose láminas continuas de grueso y anchura que se deseaban”.

También en agosto de 1922 toma posesión de la notaría vacante de Torrecilla como primer destino tras aprobar las oposiciones, Jesús Martínez-Corbalán Martínez. Abogado natural de Calasparra (Murcia), estará hasta 1929 como notario en Torrecilla y serán él y su descendencia, fruto del matrimonio con una de las hijas de Alejandro Sáenz de Tejada, protagonistas fundamentales en el devenir del negocio.

En apenas dos años de funcionamiento, la fábrica empezaba a dar muestras de que no era tan fabuloso negocio como todos auguraban en un principio. Es difícil determinar cuáles fueron las causas exactas de este fracaso aunque podemos intuir algunas de ellas que hemos idos poniendo de manifiesto y que continuarán en años posteriores con los nuevos dueños Salcedo y Mocholí.

No debieron cumplirse en su totalidad las grandes expectativas de negocio previstas en un principio, ni en lo que se refiere a producción de muebles, ni como generación de empleo. Para esa época la industria valenciana de muebles ya había puesto de manifiesto que el asegurarse un abundante, cercano y rápido suministro de madera, como era el caso de la fábrica de Torrecilla, no era suficiente para la buena marcha de la industria frente a una buena instalación, maquinaria moderna, personal cualificado y un nuevo y fundamental factor que no hemos mencionado todavía, la proximidad del centro productivo al mercado final o en su defecto, cercanía a una buena, rápida y barata red de transporte del producto final.

A comienzos de 1923, Enrique Camps abandona el negocio y regresa definitivamente a Bilbao, quedando como únicos socios de la empresa Alejandro Sáenz de Tejada y Leopoldo Santaolalla. Sin embargo, se lleva con él la experiencia acumulada y los errores cometidos y no tardará en  iniciar en Basauri, en el barrio conocido como Dos Caminos, un proyecto similar para fabricación de muebles curvados. Pero nuevamente la aventura en el mundo del mueble le duraría poco. En agosto de 1924 un incendio, mal recurrente en este tipo de industria, destruyó por completo su recién estrenada fábrica de muebles abandonando el negocio para siempre. Al año siguiente cambia de sector y abre un restaurante en el número 2 de la calle de la Esperanza en Bilbao, perdiendo su rastro biográfico.

Una vez solucionada la salida de Enrique Camps, el 16 de marzo de 1923, en la notaria torrecillana de Jesús Martínez-Corbalán, se firma la escritura de la nueva Sociedad que a grandes rasgos hereda las estipulaciones contempladas en la anterior en cuanto a alquiler de fábrica y suministro de madera por parte del socio Alejandro Sáenz de Tejada. La nueva empresa se inscribe en el Registro Mercantil de Logroño el 23 de abril bajo la denominación: “Sáenz de Tejada y Santaolalla, Sociedad Limitada”.

La nueva Sociedad tendrá una andadura bastante efímera. Serán apenas unos meses que suponen tan sólo la desaparición de un socio y el cambio en la denominación social, continuando el negocio con la pesada carga de los créditos contraídos para el montaje de la fábrica y las deficiencias en cuanto a mano de obra cualificada y costes de producción y distribución del producto terminado.

Del origen del mueble curvado, de la importancia de Valencia en su introducción y difusión en España, del funcionamiento de estas fábricas, y en particular la que nos ocupa, hablaremos en el siguiente punto que culminará en julio de 1924 con la liquidación y cuenta del negocio por Alejandro Sáenz de Tejada y Leopoldo Santaolalla. Pero tratándose de dos “emprendedores” natos, como se diría actualmente, ninguno de ellos estuvo inactivo mucho tiempo tratando de dar continuidad al negocio de maneras totalmente diferentes. Para saber de ello tendremos que esperar a una próxima ocasión.

martes, 20 de julio de 2021

De Torrecilla a Sevilla (2ª Parte)

Vimos en la primera parte de este artículo los avatares de esta familia de emigrantes torrecillanos que recalaron en Sevilla en la segunda mitad del s.XIX, cómo se asentaron, crearon algunos negocios y formaron sus propias familias a contraer matrimonio todos ellos con mujeres sevillanas. Todos ellos se integraron plenamente en la sociedad sevillana de su momento con mayor o menor fortuna, y vaya si se integraron. Ya estamos muy próximos a desvelar el misterio que esconde esta familia de emigrantes torrecillanos que aparentemente podía pasar desapercibida entre una más de las que salieron en busca de prosperidad a lo largo de los siglos. 

Tal y como finalizamos la anterior entrega, en esta segunda parte vamos a ver algunos detalles de los descendientes de Antonio Astola González y su esposa Julia. Julia Díaz Fe (Sevilla, 1869) era una de los cinco hijos de Francisco de Paula Díaz y Julia Fe: Francisco (Sevilla, 1867), Fernando (Sevilla, 1870), Rafael (Sevilla, 1871) e Higinia (Sevilla, 1874). El hijo e hija mayores heredaban el nombre de los progenitores, igualmente los nombres de Rafael y Fernando, y nuevamente Francisco, aparecerán en la siguiente generación de sobrinos algunos de ellos protagonistas de esta historia.

Higinia Díaz Fe casó en Sevilla con el torero Enrique Vargas González, conocido con el nombre artístico de su época como “Minuto”. Será Enrique Vargas “Minuto”, el tronco, la inspiración y el maestro del que tomen la afición taurina  dos hermanos, cuatro de sus sobrinos y un sobrino-nieto. Dentro de esta saga de toreros sevillanos, veremos aparecer a tres con un apellido típicamente torrecillano: Astola. De cómo llegaron a convertirse en toreros los descendientes de un cantero vasco llegado a Torrecilla en Cameros en la primera mitad del s.XVIII y emigrados a Sevilla en la segunda mitad del s.XIX,  va esta historia sorprendente.

Rafael Astola Alfaro

Comenzaremos viendo quien fue Enrique Vargas Minuto y su relación familiar con los Astola sevillanos.

Enrique Vargas González "Minuto"

Nacido en Sevilla el 21 de diciembre de 1869, se decía que su mote de debía a su baja estatura (diminuto), lo que al decir de muchos era todo un impedimento para ejercer como torero. Pese a ello su pasión debía ser mayor que sus limitaciones físicas. Con tan sólo 16 años debutó en público siendo el segundo espada de una de las cuadrillas de “Niños Sevillanos”  que hacían las delicias por aquellos años por todo el país, en este caso la organizada en 1885, siendo el primer espada Francisco González Román “Faico”. Esa cuadrilla actuó entre otras en la Maestranza sevillana (1886) o Madrid (1887).

Dando el salto del novillo al toro, tomó la alternativa en Sevilla el 30 de septiembre de 1890 siendo su padrino Femando Gómez García  “El Gallo” con toros de Adalid vistiendo de verde y oro. El 19 de abril de 1891 se iba a confirmar como torero cuando estando “Minuto” brindando su toro, se le arrancó, obligándole a saltar la barrera con tan mala fortuna que se clavó el estoque dando al traste la confirmación. Habría de esperar al 17 de mayo del año siguiente para obtener la dicha confirmación como matador de toros.

Tanto como persona como torero debía ser un artista peculiar. Se cuenta que en una ocasión en 1896 toreando en Alcoy le tiraron una bota y echó un trago, salió el siguiente toro e improvisó un quite con la bota dando a beber al toro de ella después. El 5 de marzo de 1897 se escapa un toro de Ignacio Valero, de nombre “Azafrán”, cuando era conducido al matadero de Sevilla, provocando el caos en Lora del Rio. “Minuto” acabó con él de una estocada en plena calle. El 29 de junio de 1910 llega a Irún para la corrida de inauguración de esa plaza. Facturado su equipaje en Barcelona no llegó a su destino para el día de la corrida,  vistiendo un traje blanco con faja azul de pelotari lidió a sus dos toros.

Por esos años reside en la Parroquia del Sagrario, calle Padre Marchena, nº 1. Tiene una hija Ángeles de 3 años aunque en 1897 había perdido otra de nombre Higinia como su madre. El periodo 1897-1900 fue sin duda el momento álgido de su carrera. En 1898 actúa en nada menos de 48 corridas, 39 al año siguiente y varias más en México. Se retiró por primera vez en Las Ventas de Madrid un 22 de octubre de 1900 sin previo aviso, con sólo 30 años y más de 443 corridas en su haber.

Tras abandonar el toreo se dedicó a llevar un restaurante en Sevilla junto con dos hermanos suyos que formaban parte de su cuadrilla, José, banderillero, y Manuel, picador. Junto a ellos había varios dependientes de León, Oviedo y Santander, aunque el negocio no le fue demasiado bien. En una entrevista de 1904 aclara sinceramente los motivos de su retirada y anuncia su regreso para el año siguiente: “suponía yo que con el capital reunido tendría para dar de comer holgadamente a mis hijos. Por eso, dando una prueba de cariño a mi mujer, dejé de torear, sin bulla ni despedidas”. Sobre a que se debía su regreso a los ruedos: “me parece que eché mal las cuentas y voy a dejarles poco a mis hijos el día que me muera, eso es todo“. De este modo reaparece en los toros en Madrid en 1905 aunque, segundas partes nunca fueron buenas y poco tendrá que ver con la primera.

Enrique Vargas González "Minuto"

En esta segunda etapa, a su retorno por motivos económicos se suman dos hechos luctuosos que debieron afectarle en sumo grado y más teniendo en cuenta que sus desgraciados protagonistas eran familiares y se habían iniciado en el toreo gracias a él.

José Vargas González “Noteveas” era el hermano pequeño de “Minuto”. Entró a formar parte como subalterno y banderillero de la mencionada cuadrilla de “Niños Sevillanos” en la que se encuadraba su hermano. Cuando éste tomó la alternativa, continuó en su cuadrilla como banderillero hasta la retirada parcial de 1900 en la que también se retiró para montar el mencionado restaurante con sus hermanos.

Cuando por adversidades de la fortuna "Minuto" volvió a torear, "Noteveas", convertido en un buen burgués, poseedor de una modesta industria, metido en asuntos políticos como su hermano a quién adoraba, había llegado hasta a ser alcalde de su barrio, lo dejó todo para seguirle en su reaparición.  Al literal de la época: “era este un banderillero que ejercía la peligrosa profesión más por afecto a su hermano que por vocación”.

Terminada la temporada de 1907 en España se trasladan a México. El 1 de diciembre actúan en Puebla y al entrar a banderillear el primero de la tarde, fue cogido en la parte superior del muslo derecho perforándole la arteria femoral. Trasladado a la enfermería de la plaza, falleció a las pocas horas víctima de la fatal hemorragia cuando contaba con 34 años de edad. Fue enterrado en la localidad mexicana al día siguiente. Pese al desgraciado suceso la cuadrilla de “Minuto” siguió con su gira mexicana y actuó el 5 de febrero en Puebla a su beneficio y el de su familia.

Sin duda, perder así un hermano que lo había dejado todo por seguirle, debió caer como una pesada losa en la conciencia de “Minuto”. Poco a poco va cesando en su actividad taurina. Aunque de hecho ya llevaba retirado unos años de las plazas, se retiró definitivamente en Madrid un 8 junio 1914 en un festejo que monta Joselito a beneficio del propio Minuto, alternando ambos con Vicente Pastor, Rafael El Gallo, Mazzantinito y Juan Belmonte, haciendo el paseíllo 13 toreros con él. Retirado del toreo creó  una escuela taurina en Sevilla sin resultados llamativos. En años posteriores la trasladó a Málaga con idéntico resultado y finalmente se instalaría en Lucena (Córdoba).

Fue ese carácter peculiar el que llevo a "Minuto" a inventar un peto para los caballos, pero en aquella  época "no cuajó" aunque sirvió de base posteriormente. Publicó un folleto con un estudio sobre las apuestas que se podían hacer en las corridas de toros, que tampoco "cuajó". Tuvo varios colmados y restaurantes en Sevilla y Madrid. Fuera del toro, probó fortuna con el teatro estrenando en el desaparecido teatro Novedades una obrita titulada "El Sevillanito", obteniendo un éxito amistoso. Figuró en política bajo la jefatura del moretista D. Pedro Rodríguez de la Borbolla, y allí donde el polifacético "Minuto" fuera presidente de mesa en las elecciones, triunfaba el Sr. Borbolla del tirón popular que tenía el ex-torero. Ejerció de crítico taurino fundando un semanario taurino y colaboró en varias revistas profesionales.

En el invierno de 1929 enfermaba gravemente y tras la asistencia hospitalaria prolongada falleció en Sevilla, en casa de su hija, carente de recursos, el 20 junio de 1930 a los 60 años de edad.

Decían de él sus contemporáneos: “Minuto atesoraba todo el repertorio del toreo, agregándole además cosas netamente suyas, de improvisación repentina, acoplando en determinados momentos de la lidia suertes airosas y pintorescas que subrayaban con sus aplausos los espectadores. Matador con una habilidad de asombro, dada su corta talla, y tal destreza con la muleta para hacer descubrir a los toros el morrillo y "calarlos" por las agujas haciéndolos rodar de magnificas estocadas que era increíble. Le acompañaba señaladamente en su haber que su diminuto cuerpecillo lo constituía un manojo de nervios y unos músculos de acero. Alternó con las grandes figuras de su tiempo y ocupó en el toreo lugar preferente”

Fue por tanto “Minuto” uno de los grandes toreros del cambio de siglo, siendo uno de los primeros espadas en la década 1890-1900 que sería recordado con fama hasta sus últimos días. 

La influencia de “Minuto” entre su familia debía ser tal que, además de su malogrado hermano “Noteveas”, otro más también lo había acompañado en sus etapas taurinas y la aventura en  la restauración, Manuel Vargas González “Tornero”. Manuel Vargas se  dedicó a la labor de picador en su cuadrilla en las dos etapas. Pero la vena taurina no sólo corría por la sangre de los Vargas, la influencia de “Minuto” debía ser tal que se dejó notar sobre su familia política inyectando la pasión por el toreo sobre cuatro de sus sobrinos: Manuel Díaz Herrera, Francisco Díaz Pérez, Francisco Astola Díaz  y Rafael Astola Díaz; y un sobrino-nieto, Rafael Astola Alfaro.


Manuel Díaz Herrera "Minuto Chico"

Matador de toros que nació en Sevilla el 15 de febrero de 1884, era sobrino de Enrique Vargas “Minuto”. Fue el primero de sus sobrinos en seguir los pasos de su tío “Minuto”. Hizo su debut como matador, en Constantina el 25 de Julio de 1905.

Manuel Díaz "Minuto Chico"
 
El 3 de febrero de 1911 sufre una cogida mortal en la plaza de toros de Alicante, nuevamente, como cuatro años antes en México en el caso de José Vargas “Noteveas” hermano de “Minuto”, a la altura de la arteria femoral. Fallece al día siguiente en la propia enfermería de la plaza a los 27 años de edad. Según las crónicas de la época fue enterrado con una afluencia masiva de personas y abundantes muestras de cariño.

Funeral por "Minuto Chico" (ABC)

Francisco Díaz Pérez "Pacorro"

Segundo de los sobrinos políticos de “Minuto” que se aventuró en el mundo taurino. Nacido en Sevilla el 26 de marzo de 1897, era hijo de Francisco Díaz Fe y Amparo Pérez Sánchez.

Precoz en el mundo taurino, con tan sólo 11 años fue banderillero en una de las mencionadas cuadrillas de “Niños Sevillanos”, la suya capitaneada por José Gárate Hernández “Limeño” y José Gómez Ortega “Joselito”. Pronto pasó de las banderillas al capote, pero dos años después, en virtud de la ley de Protección a la Infancia, las autoridades prohíben sus actuaciones. En 1912 formó una cuadrilla de “Niños Sevillanos” que la dirigía el propio Francisco Díaz que ya había tomado el nombre artístico de “Pacorro” y José Sánchez “Hipólito".

Todavía novillero y sin alcanzar la fama que le llegaría después, casó en Madrid el 9 de marzo de 1918 con la actriz de cine mudo Marina Torres lo que le dio un cierto reconocimiento público mayor por este motivo que por su faceta profesional.

Tomó la alternativa en San Sebastián el 11 de agosto de 1918 siendo su padrino José Gómez Ortega “Joselito”, su compañero de la niñez. Vestía traje verde y oro siendo el toro de su debut “Inclusero”. Era tal la emoción del debutante matador que al pasarle los trastos Joselito no se quietó la montera como era habitual. Su confirmación fue en Madrid el 15 de septiembre de ese mismo año con toros de la ganadería de Pablo Benjumea.

Si sus comienzos habían sido precoces y prometedores, su carrera como torero fue en declive progresivo. En 1924 se reconvierte nuevamente en novillero, no logrando retomar su carrera, se retira definitivamente en 1929.

Francisco Díaz "Pacorro"

Retirado del toreo se instaló en Madrid junto con su mujer. En una entrevista publicada por la revista taurina El Ruedo bajo el título de Pacorro a Don Francisco, relata en primera persona varios aspectos de su vida que muestran de primera mano cómo era la vida de estos jóvenes que se decantaban por el mundo del toro que les rodeaba en su familia y en sus barrios. En el toreo lo fue todo “becerrista, a la edad que los chicos canturrean la tabla de sumar; novillero, cuando muchos empiezan con los becerros, y matador de toros, siendo casi un adolescente”.

En efecto, mi padre era hombre muy adinerado y yo me crié rodeado de molicie y comodidades Bien fuera por su trato liberal y esplendido con exceso o por aventurare en negocios desgraciados, el caso es que nuestra fortuna vino a menos y con el fallecimiento de mi progenitor se marchó la llave de la despensa…”

Actor protagonista en la película Juguetes Rotos (1966) dirigida por Manuel Summers, que aborda el olvido y el escarnio que sufrieron, o sufren, muchos personajes que un día fueron aclamados como héroes y que años más tarde, cuando pasó su tiempo, son arrinconados por los mismos que los aclamaron. Esta película, que más bien es un documental, tiene como base los tres espectáculos que gobernaban el poco tiempo ocioso del que disponían los españoles: boxeo, fútbol y toros.

Entrevistado en el sanatorio madrileño en el que terminaría sus días nos muestra los sin sabores de la profesión, como pocos de ellos podían ganarse la vida con ello, terminando él mismo como acomodador de un cine. Falleció en Madrid el 28 de enero de 1967.

Puede que la proliferación hasta el momento de nombres y fechas hagan de este relato algo complicado y que el lector no vea todavía la conexión entre estos toreros y aquellos emigrantes torrecillanos. No perdamos de vista el siguiente árbol genealógico para ir desgranando la biografía de todos estos individuos y los que vienen a continuación.



Francisco Astola Díaz "Riojanito"

Francisco Astola Díaz era el primogénito de los tres hijos del matrimonio formado por el torrecillano Antonio Astola y Julia Díaz Fe. Nació en Sevilla sobre 1895 y desde muy pronto vivió rodeado del mundo taurino de la familia. No tan precoz como sus primos carnales “Minuto Chico” y “Pacorro”, para 1913 tenemos ya constancia de su vocación, nuevamente bajo la gran influencia ejercida por su tío en común, Enrique Vargas “Minuto”.

Mientras su primo “Pacorro”, ejercía como novillero con la cuadrilla de los “Niños Sevillanos”, Francisco Astola daba sus primeros pasos en el mundo del toro de la mano de su tío “Minuto”. Una crónica de El Heraldo de Madrid del 17 de septiembre de 1913 narra una tienta en una plaza privada de Talavera de la Reina organizada por un importante empresario de la cerámica de aquella villa para ver el estado de Juan Belmonte tras una intervención quirúrgica. A ella asiste "Minuto" y Francisco Astola al que el cronista llama “Riojanito”, sin duda conocedor del origen de su padre Antonio.

Francisco Astola Díaz "Riojanito"

Como en otros casos, las ganas o ilusión no son suficientes para llegar a matador y Francisco Astola “Riojanito” se decantó por la profesión de subalterno y banderillero. Hay varias noticias de prensa de corridas en las que participa hasta mediados de los años 30.

Rafael Astola Díaz "Templario"

En 1910 nacía en Sevilla, Rafael, el segundo de los hijos del torrecillano Antonio Astola y la sevillana Julia Díaz Fe dedicado al mundo taurino. Con sus sobrinos “Minuto Chico” fallecido, “Pacorro” con su propia carreta taurina y “Riojanito” como banderillero, su ya retirado tío “Minuto” centra sus esfuerzos en Rafael Astola, el último de sus cuatro sobrinos de los que tratamos.

Debía contar con 18 años cuando una noticia de La Fiesta Brava del 31 de agosto de 1928 hace eco de una novillada en Lucena a beneficio de “Minuto” donde tenía instalada su escuela de torero. Mereciendo los alumnos los siguientes conceptos de su profesor: Rafael Astola tiene un espíritu "minutesco" exagerado; toreando y con la muleta todos sus momentos fueron brillantísimos. A juicio del maestro, este torero será "gente" en el toreo; es ahijado 'de "Chicuelo", siendo el protagonista del padrinaje, el antiguo banderillero de la cuadrilla de "Minuto", Eduardo Borrego "Zocato", tío de "Chicuelo".

La Fiesta Brava del 11 de enero de 1929 hace referencia a una novilla del 30 de diciembre en la Plaza de la Pañoleta (Sevilla) en la que triunfó de una manera ruidosa el joven Rafaelito Astola, sobrino y discípulo del veterano maestro Enrique Vargas “Minuto”. Verdaderamente quedó demostrado que no hay torero sin escuela, máxime cuando la educación torera como la del joven Astola es dirigida por un torero de los conocimientos y recursos del famoso “Minuto”.

En estos primeros pasos es conocido como “Rafaelito”. Otra crónica dice: resaltó más la lidia del cuarto que corrió a cargo del joven Astola, asesorado por el que en tiempos fue "Un Niño Sevillano" el diminuto, valiente y artista "Minuto". No hubo suerte en el reparto para el chaval Astola pues el bicho resultó blando y acostándose por el lado derecho, por lo que en el primer lance el debutante hizo una cosa feíta buscando refugio en. las tablas, pero una vez repuesto, valientemente repitió con cuatro lances más, que sorprendieron en gran manera a la plana mayor de la afición sevillana que se convenció de las grandes dotes que posee el sobrino de "Minuto" para escalar uno de los primeros puestos de la tauromaquia. Eugenio Martín "Finito" y Paco Soriano se encargaron de banderillear lo que hicieron pronto y bien y allá va la expectación que se produjo entre los concurrentes para ver cómo se portaba el novel diestro, Rafaelillo, fresco, con mucha valentía y haciéndose cargo de las dificultades del bicho toreó bien, sin grandes adornos, hasta dominar y conseguir estrecharse en varios pases con la izquierda pasando temerariamente y recetando una buena estocada que le hizo rodar sin puntilla. Aunque no hubo petición de oreja ni de rabo, surgió una grandiosa ovación que el diestro recogió obligándose al veterano maestro "Minuto" a salir a los medios con los discípulos; Astola el novel matador y sus banderilleros "Finito" y Soriano.

En el diario La Voz de Córdoba del 26 de mayo de 1929 se anuncia una corrida novillos en Huelva siendo uno de los tres diestros Rafael Astola. En agosto participa en la primera corrida de la temporada nocturna de ese año en Sevilla y entre los jóvenes novilleros Rafael Astola, ya con el nuevo nombre artístico de “Templario”.

Parece ser que se mantuvo como novillero durante esos años bajo el apoderamiento de su tío “Minuto”.
Hacia el año 1932, dos años después de la muerte de su tío, deja de haber noticias de Rafael Astola como novillero en la prensa.

Rafael Astola casó en Sevilla con Dolores Alfaro Martínez. De entre los hijos habidos de este matrimonio, Rafael, nacido en Sevilla en 1943, será el continuador  de la saga familiar y el tercer Astola en ponerse el traje de luces y el que alcanzó los mayores éxitos y reconocimientos.

Rafael Astola Alfaro

Rafael Astola Alfaro nació el 11 de septiembre de 1943 en el número 7 de la calle Troya de Sevilla en pleno barrio de Triana. Creció en una ciudad, barrio y familia impregnada por el mundo del toro por todos sus costados como llevamos visto hasta el momento. Aunque de muy joven aprendió el oficio de joyero, la tradición familiar le lleva al mudo del toro.

Viste su primer traje de luces el 15 de Mayo de 1959 en Marchena (Sevilla) con ganado de Sancho Dávila sin adoptar un nombre artístico como era la costumbre habitual aunque en algunas crónicas lo llaman Rafaelillo dada su corta edad. Crónicas de diversas tardes de toros de Rafael Astola, las hay abundantes en la prensa de aquellos años, muchas más que de sus antepasados toreros familiares dada la proliferación de los medios escritos especializados o generalistas.

Rafael Astola Alfaro

Pero sin duda el hecho más relevante de su carrera y por el que alcanzó mayor fama fue por una corrida de novillos que se celebró con motivo de la festividad del Pilar en la plaza sevillana de la Real Maestranza.

La tarde del 12 de octubre de 1965, se celebraba una novillada, casi de cierre de temporada, con motivo de la festividad del Pilar. Rafael Astola consigue en esa tarde el mayor éxito de su carrera y por el que tiene un lugar de privilegio en este artículo, el indulto del primer novillo en la historia de la Real Maestranza de Sevilla, un astado de la ganadería del Marqués de Albaserrada de nombre  "Laboriosos" de 425 Kg.

Cartel anunciador novillada del 12 de octubre de 1965
Real Maestranza de Sevilla

Era una tarde templada, tranquila y soleada, vestido de rosa palo y oro, todavía dolorido de la cornada un novillo le había dado en Las Ventas de Madrid, tenía como compañeros de terna a Paco Puerta y Pedrín Benjumea.

Así recordaba aquella tarde en febrero de 2001 el protagonista de los hechos en una entrevista especializada: "Ese tal vez ha sido el mejor toro con el que he estado en mi vida, a "Laborioso" no lo olvidaré nunca. Fue algo inusitado que se indultara en la Maestranza a un novillo. Eso no había ocurrido nunca. Me harté de toro aquella tarde. El animal no tenía fin. Embestía una vez y otra y otra..., y nunca se cansaba. Yo me encontré muy a gusto con él. Fue algo fantástico. Aquella tarde estaba de presidente un comisario de policía llamado Tomás León. Era un presidente un tanto polémico y exigente. Para el solo toreaba bien en Sevilla "Curro Romero" y los demás todos éramos malos. Bueno yo rompí esa tendencia y no pudo evitar indultarme ese novillo. Esa década de los sesenta-setenta, fue extraordinaria en Sevilla estábamos diez o doce novilleros, que de habernos tocado ser toreros ahora, hubiéramos servido todos. Recuerdo a Pepe Luis Segura, Rafael Roca, "Facultades", Pedrín Benjumea...y unos cuantos más. Pero claro ¿Qué es lo que había delante?: pues estaban Antonio Ordóñez, Diego Puerta, "El Cordobés". Lo de "El Cordobés" fue lo más grande. Volvió locos a todos y revolucionó el toreo. Hizo además que los toreros cobráramos mejor en las plazas. El Benítez es que acabó con todos los grandísimos toreros que había en aquellos años. Era un auténtico león.”





Rafael Astola pasará a la historia como el torero que lidió el primer indultó de una res brava en la plaza sevillana, hecho que no se volvió a repetirse hasta 2011. Por tal honor y en recuero de esa tarde, la Junta de Gobierno de la plaza sevillana reconoció en noviembre de ese mismo año tal privilegio con el descubrimiento de una placa conmemorativa.

Azulejo conmemorativo en la Real Maestranza (Sevilla)

Volvió "Laborioso" a la finca Mirandilla del Marqués de Albaserrada, vivió otros diez años, tiempo en el cual tuvo cuatrocientos hijos entre hembras y machos, de éstos un montón de toros y novillos de nota, muriendo finalmente un seis de enero de 1976 a la edad de quince años. Como en la Maestranza, la ganadería dedicó un azulejo en su finca a recordar aquella tarde en el que se menciona nuevamente al diestro Rafael Astola.

Azulejo conmemorativo en la finca del Marqués de Albaserrada

Fue tal la fama del hecho en su momento que hasta un bodeguero de La Palma del Condado a un amontillado de sus bodegas lo comercializó con su nombre.


Rafael Astola siguió con su carrera de novillero por gran parte de la geografía española llegando a torear alguna tarde en plazas francesas o americanas. De todos modos, no eran tiempos fáciles para dar el salto del novillo al toro tal y como afirmaba él mismo en la entrevista que hemos visto anteriormente. Pese a ello logró hacerse un hueco y toma la alternativa como torero el 21 de septiembre de 1969 en Zalamea la Real (Huelva).

Rafael Astola, tras dos actuaciones en Portugal, se cortó definitivamente la coleta en 1975 obligado por una lesión en la rodilla sufrida en Zaragoza de la que fue operado varias veces. Fue nombrado “Trianero de Honor” en 2014.

Con Rafael Astola Alfaro termina la saga familiar vinculada al mundo del toro, y esta sorprendente historia de los descendientes de un humilde emigrante torrecillano de finales del s.XIX. Quién le iba a decir a Antonio Astola recién llegado a Sevilla con sus recuerdos todavía de las montañas cameranas, que dos de sus hijos y un nieto se iban a dedicar al mundo del toreo. Y quién nos iba a decir que un apellido tan típicamente torrecillano como Astola tuviese un rinconcito de honor en una de las plazas de toros más importantes de España como es la Real Maestranza de Caballería de Sevilla.

Cuando el lector torrecillano de este artículo viaje a Sevilla, además de sus monumentos más internacionalmente famosos como la Catedral y su Giralda, la Torre del Oro, el Alcazar, el río Guadalquivir y sus puentes, sus calles, tapas y tablaos flamencos, sea o no aficionado taurino, no olvide darse una vuelta por la plaza de toros de la Maestranza, alce la vista y busque ese rinconcito de honor que recuerda a este descendiente de Torrecilla en Cameros.

Rafael Astola Alfaro en la actualidad (Triana, Sevilla)

Rafael Astola contrajo matrimonio en Sevilla con la “bailaora” Pilar Vargas Montesinos en cuyo matrimonio se cumplía el tópico tantas veces comentado de torero y “folklórica”. Pero como se suele decir, de casta le viene al galgo, y aunque la tradición taurina parece que ya es cosa de otros tiempos, dos hijos de este matrimonio de “artistas” tienen sus propios proyectos y perpetúan el apellido Astola en tierras sevillanas y en el mundo artístico.  Su hija Pilar Astola Vargas es bailaora de flamenco, mientras que su hijo Alejandro Astola Vargas es un cantante, compositor y productor de flamenco tradicional y fusiones con rock o jazz con varios discos publicados.